Decadencia - 30 de Agosto de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 395897326

Decadencia

El país necesita aire nuevo, ideas, líderes, visionarios a quienes admirar. El panorama no puede ser más sorprendente: un país con buenas cifras macroeconómicas, pero sin una política (en el sentido más noble y esencial del término) a la altura de los desafíos. Los economistas más reductivistas, a estas alturas, tendrán que ser humildes y reconocer hidalgamente que no basta con tener buenas cifras para que un país sea viable. Lo mejor de Chile, de su historia, lo que nos da identidad y todavía nos provoca orgullo no nació porque alguien pensó desde una calculadora o un focus group lo que había que hacer. Ningún país se construye sólo desde el pensar calculante ni la pura gestión.

La invención de Chile nace de un espíritu, un impulso genuino, una verdad. Ahí están Andrés Bello, Vicuña Mackenna, Alonso Ovalle, Diego Portales, Lastarria, los hermanos Amunátegui y tantos otros. ¿Qué tienen en común esos fundadores?: el amor que nace del conocimiento de lo propio, y el conocimiento que se sostiene sobre el amor a lo propio. No hay otra fórmula para fundar. Quien crea que para conducir un país sólo basta con consultar los oráculos de las encuestas y mantener a raya la inflación o empinarse sobre ciertos dígitos en crecimiento económico, está profundamente equivocado. Por eso, la peor de las decadencias es la decadencia de las convicciones, de la virtud (y especialmente la virtud republicana), de la coherencia. Y en todos esos dominios sí que podemos hablar de un sostenido y sistemático proceso de decadencia en curso. Ni la convicción ni la virtud ni la coherencia se pueden medir con indicadores matemáticos. Tampoco se pueden adquirir de la noche a la mañana: las convicciones no se improvisan, no se venden ni se compran.

Hace unos días, en un evento al que asistían altas autoridades y empresarios, escuché a alguien decir de pasada: "Es que todos tenemos nuestro precio". !Qué frase tan reveladora¡ La idea de que todos tenemos un precio se ha instalado en nuestro sentido común. Ésa es la música que han venido...

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