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El deber de dudar

Fecha de publicación31 Marzo 2024
El actor Cristián Campos ha sido condenado al ostracismo, al menos en las tablas, luego que se le ha sindicado como autor de abuso sexual a una hija de quien fuera su pareja. De ser cierto ese hecho, no hay ninguna duda -ni siquiera la más mínima- de que es merecedor de una condena severa y de que quienes son sus amigos lo marginen como si fuera un apestado, alguien que infecta y daña casi con su presencia.
Ninguna de esas consecuencias, para el caso de ser culpable, está en duda.
El problema es que Cristián Campos no ha sido sometido a proceso legal alguno, no se le ha oído, y las pruebas en su contra no han sido sometidas a examen contradictorio ante un tribunal imparcial. Lo que ha ocurrido, en cambio, es que la Fundación para la Confianza ha anunciado, en su cuenta en las redes, que ha interpuesto una querella en su contra.
Pero ha bastado ese anuncio para que todos quienes rodeaban al actor, los estrenos que preparaba, las películas en las que había de participar, los círculos que frecuentaba, los amigos que hasta ayer lo palmoteaban, lo alejen y lo espanten como si la acusación de que es objeto fuera, por el solo hecho de haber sido presentada, irrefutable, inconcusa, cierta, más allá de cualquier duda razonable, y como si el foro de la opinión pública y de las redes fuera más infalible que el resultado de un debate ante un tercero imparcial, el juez. Apenas algunas personas se atreven (y esto incluso con algún temor) a dejar caer unas gotas de duda mínima sobre el caso; aunque al hacerlo no dejan de subrayar que incluso la duda la formulan sobre el fondo de la certeza de que la acusación que escuchan es cierta y de que el sindicado merece una condena.
¿Es razonable todo esto" ¿es correcto, desde el punto de vista de las reglas, que baste una acusación para que todo el mundo se retire del entorno del acusado como si fuera límpida agua en torno a una sucia gota de aceite y lo condenen
No cabe duda de que una acusación como la que se ha hecho en contra de ese actor es grave, y tampoco cabe duda (es necesario subrayarlo por la irracionalidad que ronda a este tipo de casos y que lleva a las redes a tildar de cómplice a quien se atreve a decir lo obvio) que de ser cierta merece se le condene; pero todo ello si y solo si la acusación es cierta, y esto último, en una sociedad civilizada, solo es posible aseverarlo luego de un juicio ante un tercero imparcial, después de un debate, y existiendo igualdad de armas entre quien acusa y quien es acusado.
Pero nada de...

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