Cusco paso a paso - 17 de Enero de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 855358047

Cusco paso a paso

H ace ocho años fue la última vez que estuve aquí. La ciudad misma sigue, en esencia, tal y como la recuerdo: sus balcones, la catedral, los adoquines, los colores y símbolos de este híbrido cultural. Pero hay una diferencia. Entonces, las calles de Cusco parecían una enorme estación de metro al aire libre y en permanente hora punta, con miles de personas, sobre todo turistas, y un interminable desfile de vendedores ambulantes que se cruzaban a cada segundo para ofrecer joyería, souvenirs, tours.Hoy es distinto. Apenas uno que otro que vende mascarillas bordadas. Hay espacio de sobra. Incluso se ven algunas calles completamente vacías. Tanto que la sensación es... extraña.Vuelvo a recordar la vez anterior que estuve aquí. Se escuchaban en ese tiempo cosas como que el turismo estaba colapsando la ciudad. Que había poco control y la situación estaba un tanto desbordada. Y uno, codeándose con tantos otros, intentando encontrar espacio, podía estar de acuerdo. Quizá pensar que "ojalá algún día hubiese menos personas", para así entrar sin prisa a los museos, a los sitios históricos, a las tiendas.Claro: nadie imaginó que eso se haría realidad.Por eso mismo, ser ahora una de las pocas extranjeras de visita en la ciudad es una especie de privilegio algo culposo. Un poco triste. Y también, medio surrealista. Probablemente sea un momento único. Realmente no se ven casi forasteros en los típicos colores (y marcas) de los que se mueven en tour, ni se escuchan otros idiomas.Se sabe, eso no debiera durar.Lentamente, Cusco recupera su ritmo con la reapertura oficial al turismo, después de meses de cuarentena. Una declaración oficial que tiene apenas unas semanas, pero que aún no muestra su impacto en las calles. Y (puede ser egoísta decirlo) la diferencia es todavía notoria: se agradece.Al caminar por Cusco hoy se siente el eco de los pasos, sin la multitud que alguna vez llenó estos pasajes angostos y perfectamente adoquinados. Así que se puede andar haciendo pausas, sin necesidad de esquivar a nadie ni dejarse presionar. Como si la ciudad fuese nueva. Y así van apareciendo cosas que quizá estuvieron siempre ahí mismo, pero seguramente la multitud -o el apuro- no dejaba ver.Rumbo al icónico mercado San Pedro , por poner un caso, aparece a la derecha, escondido en un callejón, un carrito-cafetería donde destella una La Marzocco (para los amantes del café, como el Ferrari de los espresso ) que hace que la parada sea obligatoria.El barista del Three Monkeys Coffee Company dice que el café es de acá mismo, de los...

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