Se cultiva el primer kiwi chileno
Cuando Espinoza salió de cuarto medio, de los Hermanos Maristas en Curicó, viajó hasta Santiago para estudiar Mecánica Industrial, pero no terminó. Sentía que lo suyo era el agro y volvió a la zona.
Por esa época, el kiwi comenzaba a tomar fuerza en Chile, y el agricultor decidió meterse de lleno con esa fruta. Así, en 1983 importó desde Nueva Zelandia plantas de kiwis, de la variedad Hayward y las plantó en el campo de Aguas Cristalinas.
Cuenta que era una plantación pequeña, pero que, con los altos precios de la época, era un buen negocio.
Un día, caminando por la zona de predio, Espinoza se llevó una sorpresa: encontró una planta que si bien era un kiwi, era completamente distinta a las demás. A simple vista se notaba que no correspondía con la variedad Hayward.
El tronco es más parecido a una planta macho, los tallos de la hoja eran de tonalidad más rojizas, mientras que los de la variedad Hayward son más verdes.
No solo la planta era distinta, el fruto también: era más pesado y verde cremoso que el que había cultivado por más de veinte años.
No había explicación de cómo había llegado allí esa variedad, ya que todas sus plantas habían sido reproducidas a partir de estacas, injertadas y libres de polinización.
Por eso, la atribuyó a una mutación y se dedicó a cuidar a la que hoy llama "planta madre".
"No pensé en arrancarla, sino que vi en ella algunas nuevas posibilidades. Parecía algo interesante de cuidar. Su forma y sabor eran muy atractivos", cuenta. Además, por ser la fruta más pesada, la producción es el doble que la de otras variedades y su sabor es más dulce y aromático.
Se decidió entonces a propagarla. Para ello, le creó un lugar especial: arrancó todas las plantas que había alrededor y sacó de ellas el material para las setenta hijas, que hoy tiene ya productivas.
Todo ese trabajo lo hizo en silencio y solo. Los únicos que sabían en ese entonces era su señora y sus seis hijos.
Una nueva variedad para Chile
En 2015 llegó a Curicó una productora de kiwi neozelandesa, Lynda Hawef, que quería visitar el campo de Gonzalo Espinoza. La recibió en la oficina que tiene en el campo, con dos ventanas que miran hacia al valle donde tiene cerezas.
Tras cerca de dos horas de intercambiar ideas, ella se levanta de la silla de cuero y camina hasta el final de la oficina. Ahí se encontraba la cosecha de la nueva variedad de kiwi Cristal, ordenadas en cajas negras. Llamó tanto la atención de ella que le pidió a Gonzalo si podía sacarse una...
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