Culpa en la elección - 15 de Enero de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 918014545

Culpa en la elección

La salida de la hoy exministra Marcela Ríos puso de manifiesto, en forma flagrante, cuál ha sido hasta ahora el que quizá sea el mayor déficit del gobierno del Presidente Gabriel Boric: no conocer o no tener familiaridad con la administración del Estado.Y a la luz de ese malentendido elegir a sus colaboradores.Suele creerse que quien alcanza el poder del Estado cuenta con una amplia posibilidad de concretar los propósitos que comunicó cuando fue electo. ¿Acaso su voluntad no coincide con la voluntad del pueblo que lo eligió esperando se realicen las cosas que prometió y dijo que haría? Siendo así, ¿no es acaso lo mejor que el Presidente se rodee de colaboradores inflamados por los mismos ideales que a él lo animan, sin otra consideración?Pero como el Presidente Boric lo está ahora mismo advirtiendo, las cosas no son tan sencillas.Porque uno de los rasgos del Estado moderno lo constituye lo que podría llamarse la despersonalización del poder. Cuando se lo mira históricamente se observa que el poder se ha ido independizando poco a poco de la subjetividad de quienes manejan el Estado. Mientras en la monarquía absoluta no hay distancia entre la voluntad individual del soberano y la voluntad del Estado, en la sociedad democrática hay un abismo entre ambas. Ello ocurre porque el Estado pasa a radicarse en un puñado de reglas, en un aparato que cuenta con procedimientos y con ritos que funcionan de forma autónoma, como si tuvieran vida propia. De esta manera la burocracia es virtuosa, puesto que constituye un límite al poder entendido como el imperio de la simple voluntad. Detrás de la maraña de trámites, decretos, procedimientos y rituales que conforman la vida de una burocracia estatal, se desenvuelve una virtud. Si el poder en el Estado democrático puede aspirar a alcanzar cualquier fin, ello debe hacerlo respetando con escrúpulo los procedimientos que configuran a la administración.A eso es a lo que se llama la racionalización del Estado moderno.Sin ella el poder se confundiría con la subjetividad o la torpeza o la espontaneidad o el brillo o el entusiasmo ideológico de quien lo ejerce, quien podría entonces hacer cualquier cosa, adoptar cualquier decisión y hacerlo de cualquier forma. Habría así total continuidad entre la voluntad de quien está en el poder y la voluntad del Estado. Pero gracias a esa racionalización, el Estado democrático admite a la vez dos cosas aparentemente contradictorias: reconoce al poder la más amplia libertad en...

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