Cuba, del deshielo a la desilusión - 19 de Diciembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 589861946

Cuba, del deshielo a la desilusión

En una reciente entrevista, el Presidente norteamericano ha advertido que no le interesa visitar Cuba si no hay avances en el camino de la tolerancia y si no le permiten reunirse con los disidentes y quienes defienden la libertad de prensa.

¿Qué ha pasado? Varias cosas previsibles.

Primero, la dictadura cubana no negocia nada. Impone condiciones. Los Castro admitieron las conversaciones con Washington sobre la base de que su viejo gobierno de difuntos y flores era la víctima de varias décadas de agresiones continuadas por parte de Estados Unidos.

La Habana esperaba que Obama levantara el embargo, indemnizara copiosamente a la isla, devolviera la base de Guantánamo, cerrara Radio y TV Martí, y amnistiara a la espía Ana Belén Montes, condenada a 25 años de cárcel por traicionar a su patria en beneficio del régimen de los hermanos Castro.

El gobierno cubano no tenía nada de qué arrepentirse. Era una democracia perfecta de partido único, la mejor del planeta, dotada de una ley electoral extraordinaria, y si se mantenían en la cúspide los hermanos Castro desde hacía 56 años, no era por el terror, sino por la benévola voluntad de un pueblo cuyo 98% votaba agradecidamente por los candidatos seleccionados.

En Cuba no había presos políticos, sino políticos apresados por delincuentes. Los disidentes y la oposición democrática no habían sido segregados por la sociedad cubana libremente. Eran fabricaciones artificiales de la embajada norteamericana sin la menor conexión con el pueblo trabajador.

En Cuba todos eran razonablemente felices. Todos estudiaban. Todos se curaban. Todos trabajaban. La economía, pese a algunos tropiezos, crecía. Era una maravillosa sociedad, modesta y solidaria, caracterizada por el espíritu de sacrificio con que afrontaba los embates del imperialismo y rechazaba el consumo de la pacotilla capitalista.

La Casa Blanca , en cambio, tenía un criterio muy diferente. Obama pensaba que la pequeña Cuba, hasta entonces víctima de la Guerra Fría, quería cambiar paulatinamente su modelo de gobierno y él estaba dispuesto a ayudar. No tenía la menor idea de que Fidel y Raúl Castro (en ese orden) veían su gesto de tenderle la mano y enterrar el hacha de guerra como la aceptación de una derrota.

Por eso vio con extrañeza el tono virulento de exigencia con que Raúl Castro reclamó la indemnización por los daños y perjuicios, supuestamente provocados por el embargo y las acciones de guerra no declarada efectuadas por la CIA.

Comenzó pidiendo...

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