Cuatro mil días sin Rosa
Claudia Huerta lo reconoció inmediatamente cuando apareció en la televisión. Aunque pesaba casi 50 kilos menos y el pelo corto le ocultaba los crespos, habían rasgos inconfundibles en el rostro de aquel hombre al que había dejado de ver hacía once años: las cejas pobladas y los labios delgados. ¿Cómo olvidarlo? Claro, no se olvida a un sospechoso, aunque haya pasado una década, menos al que -para ella- era el principal responsable de la desaparición de su hermana Rosa Huerta, ocurrida el 29 de diciembre de 2009.-¿Qué hace Renato en las noticias? -se preguntó.Renato López, de 48 años, iba con las manos esposadas en la espalda y acompañado de dos policías. Claudia Huerta dejó de comer, le tomó una foto al televisor y se la mandó a su hermana Pamela, pero no lo reconoció. El Renato que ella tenía en su cabeza pesaba 130 kilos.-¿Quién es ese hombre? -le preguntó.-Es Renato. Dicen que mandó a matar a un empresario.Pamela buscó en Google la noticia. López acababa de ser detenido por la PDI. Lo acusaban de ser el autor intelectual del asesinato de Alejandro Correa, un empresario de Concón, que el 18 de mayo de 2020 había muerto de un balazo disparado por un sicario colombiano llamado Víctor Gutiérrez. Si Renato se había atrevido a eso, pensó Pamela, sus sospechas sobre la responsabilidad que le cabía en la desaparición de su hermana Rosa podrían ser ciertas.-!Mira en lo que anda metido¡ -le respondió a Claudia.A Renato López lo de afuerino se le notaba en la ropa. Solía vestir de jeans , usaba cortavientos de colores y siempre llevaba un banano cruzado al cinto. Un estilo que, sumado a la moto que manejaba, lo hacían destacar en un territorio de callejones de ripio llamado Los Cóndores, una localidad rural ubicada en el valle de Quilimarí, en la Región de Coquimbo. López viajaba desde Viña del Mar hasta allí para ofrecer trastos de plástico y artículos de cocina. Tenía 24 años cuando golpeó por primera vez la puerta de la casa donde vivía Rosa Huerta, que entonces tenía 14 años. Era 1996.-Renato era un hombre joven, delgado y simpático. Mi hermana Rosa se impresionó, porque éramos del campo y vivíamos en un mundo reducido y carente -recuerda Pamela Huerta.Rosa era la segunda hija de los nueve hermanos que componían la familia. Ese mismo año ellos comenzaron a pololear. La relación permaneció oculta al principio y solo se manifestó públicamente un día en que Rosa se encerró en su pieza a armar un bolso con su ropa, con la intención de irse con él. Su hermana Claudia, que entonces tenía 17 años, estaba ese día en la habitación.-Me dijo que estaba enamorada de Renato y que se iban a vivir juntos. Yo no le tomé mucha importancia y cuando le fui a decir a mi mamá, ya se habían ido.En Los Cóndores no había teléfono, de manera que no pudieron comunicarse con ella hasta semanas después, cuando su padre logró conseguir la dirección de la casa de la mamá de López, en Viña del Mar, y viajó hasta allá para traerla de vuelta. Pero no lo logró.-Mis papás fueron muy blandos, porque tendrían que haber ido con Carabineros a buscarla. Ellos sabían que esto era un delito, pero Rosa se veía feliz en ese tiempo -dice Pamela.A los pocos meses, arrendaron una casa en Los Cóndores, a 100 metros de la vivienda de los Huerta, y se fueron a vivir juntos. Rosa, con 15 años, regresó embarazada. El bebé nació con graves malformaciones y apenas vivió un par de horas. Luego de eso, la joven asumió las labores de la casa y Renato López continuó vendiendo ollas. En 1998 compraron un sitio, construyeron una casa y al año siguiente tuvieron una hija.-Entremedio hubo separaciones e infidelidades. Renato siempre fue muy jaranero; de hecho, cuando lo conocimos era súper delgado y como le gustaba tanto la fiesta y los asados, engordó mucho -recuerda Pamela.En 2003, Rosa terminó...
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