Cronograma de un apuñalamiento sin resolver - 12 de Mayo de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 716876005

Cronograma de un apuñalamiento sin resolver

Sector Península. Cavancha. La banda La Noche, con el océano en el horizonte, anima el cierre de campaña del entonces senador Fulvio Rossi. Son pasadas las diez de la noche. La idea era reventar el frontis del pub Zona Zero, en la esquina de Juan Antonio Ríos, la misma calle de la casa de su padre fallecido, adaptada como comando de los brigadistas.

A juzgar por Piero Rosas, 29 años, brigadista de confianza de Rossi, uno de los más disciplinados, el show no estuvo muy bueno: duró muy poco para lo que él esperaba. La convocatoria tampoco lo convenció.

Con ganas de seguir carreteando, y después de terminar de ayudar con el desarme del escenario y guardar el equipamiento en el patio del pub, un grupo de brigadistas decidió continuar la fiesta en la casa de uno de ellos. Piero Rosas Calderón también fue. Tomó cerveza y ron. Pasadas las cinco de la madrugada, se fue a su casa. No durmió. Se duchó, se cambió ropa, y a las 7 de la mañana ya estaba de vuelta una vez más, en el primer banderazo del día, en la rotonda Chipana.

El 15 de noviembre de 2017 el candidato Fulvio Rossi se levantó entre las 6:30 y 7:00 de la mañana. Se duchó. No recuerda si tomó o no desayuno, pero lo más probable, dice, es que no: salió de su departamento a eso de las 8:30 con dirección al Hotel Terrado Suite, cercano a su ubicación en el sector de la península, donde se reunió con Paula Afani, su periodista, para planificar los siguientes pasos de la estrategia comunicacional de la campaña: financiar una portada publicitaria para la edición del diario local El Longino, y una huincha de propaganda al interior del diario La Estrella de Iquique. El día siguiente, el jueves 16 de noviembre, era la fecha límite autorizada por el Servel para hacer propaganda electoral.

Luego de la reunión con su periodista, el exsenador Rossi se detuvo en una farmacia cercana al hotel. No recuerda qué medicamentos compró.

-Tiene que haber sido algo para la hipertensión o el colesterol -dice Fulvio Rossi, pierna cruzada, en un café del mall Casa Costanera. Luego, dice, un misterioso

mensaje SMS llegó a su celular.

-¿En qué lugar estaba cuando recibe el mensaje?

-Me da miedo decir cosas que contradigan mi declaración, porque no me estudié nada. No recuerdo si fue en la propia farmacia o al salir, cuando conducía el vehículo.

En el mensaje, recibido a las 9:40 de esa mañana, se leía: "Estan ronpiendo los carteles en tu vodega" (sic). Posterior al mensaje, Fulvio Rossi recuerda que condujo hacia el comando, donde se percató que a esa hora, como todos los días, sus brigadistas tomaban desayuno luego de regresar del primer banderazo de la jornada, efectuado entre 7:30 y 9:00 horas, en la rotonda Chipana.

-Estaba lleno de gente -relata el excandidato Rossi-. Todo pasando. Me bajé del vehículo y pregunté si estaba todo bien.

-¿Qué le respondieron?

-"Todo bien".

-¿No les advirtió del mensaje que había recibido?

-No sé si le dije a mi hijo. Creo que le comenté que había que tener cuidado por cómo estaban las cosas.

Fulvio Rossi subió nuevamente a su vehículo y manejó hasta su edificio. En su departamento compartió con un amigo que lo visitaba de Santiago. Eran pasadas

las 10 de la mañana. A esa hora, junto a sus brigadistas, tenía comprometida una actividad en la Plaza Condell, en pleno centro de Iquique, ya retrasada. Poco antes de las 11, el exsenador salió de su departamento dirección a la actividad de campaña, pero desvió su camino: pasó nuevamente por el comando.

Minutos antes, los brigadistas de Rossi habían abandonado el comando, algunos para trasladarse a la actividad, y tres de ellos esperando el camión que conduciría Piero Rosas, con banderas y equipos de sonido. En su declaración inicial al OS9, Piero Rosas habría omitido que ese día estaba con la caña, con mucho sueño, y que mientras el exsenador se acercaba al comando, él continuaba durmiendo al interior del camión, estacionado en las cercanías, luego de haber desayunado con sus compañeros.

-Y ahí me parece que como a las 11, yo recibo un segundo mensaje -dice Fulvio Rossi, rectificándose en el acto-. Pero no lo vi. Pasé nuevamente por el comando de nuevo y no veo a nadie.

Antes de llegar a la casa, los tres brigadistas que esperaban a Piero, ubicados junto al mar, en la otra esquina de calle Juan Antonio Ríos, vieron pasar a Fulvio Rossi y lo saludaron. Fulvio llegó a la casa.

-Si no había recibido o visto ningún nuevo mensaje de amenaza, ¿por qué decidió pasar nuevamente al comando?

-Porque estaba con la bala pasada. Tenía la sensación de que algo había. Además, ese día justo se dio que el tipo al que yo le permití pernoctar en el comando, una persona alcohólica y en situación de calle, le vino una crisis, que, además, imagínese, si hubiera planificado esta cuestión, con el gallo ahí, habría atentado contra mis intereses. Es de locos. Este gallo es alcohólico.

Fulvio Rossi se refiere a Marcelo, paciente con antecedentes psiquiátricos que según el Hospital Regional de Iquique fue internado a las 11:00 de ese día, y dado de alta 48 horas después, con diagnóstico de gastritis aguda. Según Fulvio Rossi, Marcelo fue trasladado al hospital minutos antes que él ingresara al comando en búsqueda de los mismos brigadistas que habían partido a la actividad en el centro. Pero Piero Rosas relata que Marcelo ya no estaba presente cuando ellos llegaron a tomar desayuno, a eso de las 9:20 horas. El propio Marcelo, mostrando los documentos de su alta médica en el patio abandonado del comando, tiene una teoría sobre su problema médico.

-El...

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