Crónica de una entrevista improbable con VOLODIMIR ZELENSKI
Se abre la puerta del fondo del salón y entra Volodimir Zelenski.Está vestido de negro. Pantalones cargo y una polera que dice Ukraine.Se ve joven. Se mueve con agilidad y se nota que está en buena forma. A la rápida, calculo que es más bajo que yo, no creo que mida más de 1,68.Todos nos ponemos de pie. Noto que duda cómo saludarnos, pero en segundos toma la decisión de acercarse a cada periodista para darnos la mano. Ese primer gesto me relaja un poco.Se sienta en la cabecera y nos sentamos. Su asesor, que está a mi izquierda, nos indica que podemos comenzar.Para ser la única y primera chilena en entrevistar en su tierra a Zelenski, el político más relevante del mundo hoy, se requiere algo más que buenas credenciales periodísticas. Se necesita suerte. O más precisamente, una suma de coincidencias inesperadas. Y esto no es una falsa modestia. Es pragmatismo. ¿Por qué Zelenski querría ser entrevistado por un medio chileno? Casi nada nos juega a favor: somos el país más austral de América Latina. No tenemos una migración ucraniana importante, como sí la tiene Brasil o Argentina. Nuestro comercio con Ucrania no tiene un volumen significativo. Zelenski se ha reunido dos veces con el Presidente Boric de manera telemática, es decir, ya no hay que convencer a este gobierno que Rusia ha cometido una agresión. Y, además, por semana llegan cientos de peticiones de entrevistas a Zelensky de los medios más importantes del mundo.Para mí, como para la mayoría de los que llegamos a este salón, las coincidencias jugaron un papel relevante. En mi caso, la casualidad que me llevó a conocer y entrevistar a Volodimir Zelenski empieza en 2005 en Suecia. En ese tiempo, mi amiga y colega en varios proyectos periodísticos, Anita Hurtado, hacía un máster en periodismo global y conoció a quien era la joven promesa del periodismo ucraniano, Nataliya Gumenyuk. Hoy es la directora de la ONG Public Interest Journalism Lab y cocreadora de The Reckoning Project -que documenta crímenes de guerra- y fue ella quien hace más de un año tuvo la idea de organizar un viaje de periodistas de América Latina a Ucrania. Según nos contó, se inspiró luego de leer la entrevista del Presidente Gabriel Boric en la revista Time.Esta antigua conexión hizo que un día Anita Hurtado me citara en un café con una pregunta que me descolocó:-¿Irías a Ucrania? -me preguntó.-Siiiiiii -respondí sin pensar ni un segundo.-¿No te da miedo? -me dijo muy seria.-!Cero miedo¡ -agregué muy segura en ese café en Santiago de Chile. Luego me explicó que había que pasar por una selección y que el principal requisito era tener varios años de periodismo en el cuerpo.De esta conversación, a subirme a un avión rumbo a Varsovia, pasaron casi cuatro meses.Despegué de Santiago el día 25 de mayo.Jamás tuve la confirmación de que la entrevista con el Presidente de Ucrania se iba a realizar.Los frentes periodísticos eran muchos más que Zelenski. Además, iba a un país en guerra. Y si la vida no está garantizada, menos una entrevista.La única forma segura de llegar a Kiev es en tren. En los más de 500 días desde que comenzó la guerra, este ha sido el único medio de transporte para quienes llegan a la capital. Ni los políticos más poderosos del mundo han sido la excepción: Joe Biden, Justin Trudeau, Pedro Sánchez, Boris Johnson, por nombrar algunos. Todos en tren.El 27 de mayo a las 8:30 a.m. en Varsovia, Polonia, nos subimos a un bus los siete periodistas que seríamos parte de este viaje: Joaquín, de Infobae de Argentina; Patricia, del periódico Folha de Sao Paulo de Brasil; Denisse, del diario Reforma de México; Juanita, del medio digital La Silla Vacía en Colombia; Guillermo, de la revista Búsqueda de Uruguay; Yader, del diario digital El Confidencial de Nicaragua, y yo, de radio Futuro y de Prisa Media Chile. Nos acompañaban Oksana Polkachuk, exdirectora de...
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