Crescendo de violencia - 17 de Septiembre de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 397780762

Crescendo de violencia

Denigrar a Mahoma o a cualquier creencia religiosa es condenable, pero la obra personal de un insensato productor con oscuros propósitos no justifica la violencia contra los diplomáticos en Bengasi, ni los asaltos a las embajadas en El Cairo y la capital de Yemen, ni las protestas en otras ciudades. La película en cuestión, estrenada sin el menor éxito hace algunos meses en California, cobró vigencia después de que su tráiler fue subido a YouTube por un predicador extremista estadounidense, el mismo que provocó una ola de ataques contra los aliados en Afganistán, que dejó una decena de muertos, al quemar un ejemplar del Corán, en 2011. Las escenas son burdas, la imagen y el audio son de mala calidad, y el argumento parece escrito para provocar. Lo probable es que nadie se hubiera enterado de la existencia de esta bazofia si los propios musulmanes no le hubieran dado tanta publicidad con sus protestas, justo en el aniversario del 11-S.

En Estados Unidos, la libertad de expresión está garantizada constitucionalmente, pero eso no lo comprenden las turbas que asaltaron las representaciones de ese país, como si el gobierno tuviera responsabilidad y participación en dicho video. Tampoco parecen entenderlo quienes exigen a Obama que castigue a los autores. Una decena de muertos y el llamado de Al Qaeda a nuevos ataques contra EE.UU. y sus aliados en todo el mundo árabe son el amargo balance hasta ahora.

Sin embargo, para la Casa Blanca el episodio trasciende los incidentes, pues éstos son síntomas de un malestar profundo con su política exterior en toda la región. Hillary Clinton, al condenar el video y la violencia, se preguntaba cómo pudo ser asesinado el embajador precisamente en un país al cual ayudaron a "liberar" y en una ciudad que ayudaron "a salvar de la destrucción".

Si en la mayoría de los países de la "Primavera árabe" la democracia es esquiva y está amenazada por el autoritarismo de grupos musulmanes que preferirían imponer la sharia antes que la ley de los votos, en Libia a esto se suma la proliferación de milicias con armas. A pesar de que ha habido elecciones legislativas y de que se acaba de elegir a un Primer Ministro, su situación institucional no está consolidada, y menos en materia de seguridad. Tras el descalabro de las fuerzas de Jaddafi, el gobierno interino recurrió a los milicianos que lucharon contra el régimen para formar sus cuerpos policial y militar, sin haber exigido el desarme de todos los grupos. Así, extremistas...

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