De copas por Ciudad del Cabo - 21 de Octubre de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 403289658

De copas por Ciudad del Cabo

-Ahora salimos ordenados en la foto. Me gustaría saber cómo saldremos cuando se acabe este día -dice Nora, la chispeante alemana/americana/sudafricana, que es ingeniera de profesión, reside en Johannesburgo y pasa unos días de vacaciones en Ciudad del Cabo.

Todos en la mesa se largan a reír. Claro. Probablemente saldremos distintos, pero no porque nos hayamos hecho amigos, sino porque todos estamos haciendo lo mismo (y terminaremos en lo mismo): probando sorbos y sorbos a lo largo de la extensa ruta vitivinícola que rodea a Ciudad del Cabo, y que ha convertido a Sudáfrica en uno de los mayores exponentes del "nuevo mundo del vino". Una denominación que agrupa a los países productores no europeos, como Australia, Argentina, Chile, Estados Unidos, Canadá o Nueva Zelandia. Y un nombre que, por cierto, no se condice con la historia viñatera sudafricana, que produce vinos desde 1684 y cuyos primeros mostos -dicen- fueron los favoritos del mismísimo Napoleón. Sin embargo, su industria recién hace poco más de 30 años comenzó a exportar a todo el mundo.

Pero volvamos al presente, a Paarl, la primera parada en esta ruta que se inicia 56 kilómetros al noreste de Ciudad del Cabo, tomando desde allí la ruta N1 (un camino donde se puede ver una de las escenas más surrealistas de Sudáfrica: una gran juguetería instalada exactamente al lado de otro gran sex shop) y desviándose en la salida 55.Â

Paarl es un pueblo de poco más de 80 mil habitantes -el tercero más antiguo de Sudáfrica-, con una linda montaña de fondo -la montaña Paarl- y una fama ganada a nivel mundial porque fue aquí, en la ex-cárcel Victor Verster (hoy llamada Drakenstein Correctional Center) donde Nelson Mandela pasó los tres últimos de sus 27 años de prisión. Y hoy, en su entrada, hay una estatua tamaño natural del líder sudafricano alzando su brazo derecho en señal de victoria, escala obligada para todos quienes pasan por el lugar.Â

Paarl también tiene un valle donde se emplazan viñas como la que visitamos ahora, llamada Anura, que tiene una enorme rana de metal en su jardín en honor a su nombre (anura significa "rana" en latín). Un lugar donde uno podría venir a pasar al día, ya que tiene su propio restaurante -el Lily Pad-, jardines que parecen bosques -donde las familias hacen picnics- y hasta su propio queso, llamado Forest Hill.Â

Pero aquí, los visitantes sudafricanos y extranjeros prefieren venir a degustar vinos, que Anura vende mayoritariamente a países como Estados Unidos o Alemania. Vinos como el Flagship syrah-mauvedre o el best seller de Anura, el malbec Sangiovese, "para que veas que no sólo se producen buenos malbec en Argentina", dice la simpática Linda, encargada del tasting room de la viña y de explicar cómo estos vinos se elaboran, maceran, embotellan y venden al mundo.Â

Sin embargo, el orgullo de los sudafricanos, y de Anura -explica Linda-, es el pinotage, una cepa...

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