Las consecuencias de una muerte por error
Era la 1.30 a.m. Sesenta minutos antes de los disparos. Para proteger su identidad, lo llamaremos Daniel. Él, al teléfono dice:"Hacía tiempo que éramos cercanos con Simón. Compartíamos mucho. Ese día estábamos en la casa donde él estaba viviendo con un amigo, en San Felipe. Estaba contento, porque un tío le había regalado un polerón rojo".Cuarenta y cinco minutos antes de los disparos,. Daniel dice:"De repente, llegó otro amigo a la casa y nos dijo que tenía ganas de ir a la disco. A la Kamikaze. Nosotros no teníamos planeado ir a la disco, queríamos quedarnos ahí. Pero nuestro amigo insistió, nos motivamos y fuimos".Treinta minutos antes de los disparos. Daniel dice:"Llegamos a la disco, pagamos la entrada, nos revisaron con una paleta detectora de metales y entramos".Quince minutos antes de los disparos. Daniel dice:"Pedimos una botella de pisco. Nos pusimos junto a la pista de baile, en un lugar que llamaban "la isla", donde uno podía prepararse las piscolas".Segundos antes de los disparos. Daniel dice:"Alcanzamos a tomarnos un vaso. Estaba preparándome el segundo, echando la talla con Simón, riéndonos, cuando sentí un impacto fuerte".2:20 a.m. Daniel cerró los ojos. Al abrirlos, su vida y la del resto de los familiares de Simón Cerda habría cambiado para siempre, sumergiéndolos no solo en el dolor de una muerte absurda, sino también en un entramado delictual que, hasta entonces, solo seguían por televisión.Dámaso, Lester y SimónEste es Simón Cerda un día antes de su muerte. Tiene 25 años. Es flaco, alto, las cejas gruesas, una de ellas con un falso corte afeitado, la barba incipiente y el pelo difuminado. Ese día, Simón habló con su madre. Le dijo que tenía una cita, y que quería verla para que le arreglara las pestañas. Ella lo tuvo a los 17 años, pero Simón se crió con sus abuelos maternos en Putaendo, cuando su madre salió de la ciudad para estudiar obstetricia en Viña del Mar. Hasta hacía poco aún vivía con ellos. Su abuelo era Roberto Martínez Jarufe, ex alcalde RN de esa comuna, fallecido cinco meses antes que Simón.Desde su muerte, Simón se encargó de administrar el campo de duraznos y nueces, al mismo tiempo que cursaba kinesiología en la Universidad de Aconcagua, y lanzaba su carrera como artista urbano. Su nombre artístico era Mison. Se pronunciaba "maison". Su estilo musical era un reggaetón moderno, con letras sobre amor, mujeres y sexo. Solo alcanzó a grabar un video, en 2021. El tema se llama "Polaris". Ahí aparece una camioneta Chevrolet, mujeres, Heineken en lata y amigos en las dunas de Ritoque. También hay un arma, que usaron para ironizar con el resto de los videos del género: una bazooka plástica, de colores, lanza agua."Como todo joven, estaba un poco inseguro de su talento", dice una amiga y exmánager de Simón. "Lo último que alcanzamos a hacer fue una presentación el día domingo, cuatro días antes de su muerte. Fue la primera vez que se presentó como cantante, así, de forma oficial".Los sueños de Dámaso Olivo, de 27 años, iban por otro camino. Sin embargo, al menos en la Villa 250 Años, donde vivía, ya la había conseguido gracias a su talento como volante ofensivo del club Ulises Vera y por su prontuario policial cargado de robos, robos con intimidación, y tráfico de drogas. Era moreno, rostro angulado, ojos chinos y la nariz ancha. Al igual que Simón, llevaba una ceja con un falso corte afeitado y el pelo difuminado. Ambos iban a la misma discoteque, sus gustos musicales eran similares..., pero a diferencia del primero, sus armas eran reales.A comienzos de este año, Dámaso había salido de la cárcel tras haber caído preso por...
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