Conclusión. Enseñanzas de orden general que se derivan de la profesión de fe de la escuela de la exégesis, para la escuela científica - La profesión de fe de la escuela de la exégesis ante el programa de la escuela científica. Examen crítico de la profesión de fe, desde el triple punto de vista - La escuela de la exégesis en derecho civil - Libros y Revistas - VLEX 1028435489

Conclusión. Enseñanzas de orden general que se derivan de la profesión de fe de la escuela de la exégesis, para la escuela científica

AutorJulien Bonnecase
Cargo del AutorProfesor en la Facultad de Derecho de la Université de Bordeaux (Francia)
Páginas142-160
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JULIEN BONNECASE
SECCIÓN TERCERA
CONCLUSIÓN. ENSEÑANZAS DE ORDEN GENERAL
QUE SE DERIVAN DE LA PROFESIÓN DE FE DE LA
ESCUELA DE LA EXÉGESIS. PARA LA ESCUELA
CIENTÍFICA
80.— La profesión de fe de la Escuela de la Ex égesis no solo implica
críticas; encierra también preciosas enseñanzas para la Escuela Científica; ta-
les enseñanzas la preservarán de esas tendencias, que de persistir, comprome-
terían la obra de renovación que pretende r ealizar.
81.— El poder del «Manifiesto» en el dominio de la ciencia del Derecho. —La
primera enseñanza, que honra a la Escuela de la Exégesis, resa lta con eviden-
cia de su profe sión de fe, considerad a estrictamente en sí misma, en su tenor
formal, y en cierta forma, en tanto que es expresión de un programa científico.
Esta enseñanza, que a primera vista pudiera parecer extraña, es la potencia
del Manifiesto en todos los dominios de la actividad social, aun en aquel que
muchos intelectuales consideran al abrigo de semejantes influencias: el domi-
nio científico. Dos manifiestos célebres dieron cuerpo, a principios del siglo
XIX, a dos grandes Escuelas que, en su primera mitad, se dividieron el mundo
jurídico alemán: La Escuela filosófica y la E scuela Histórica; la primera debe su
nacimiento al escrito de Thibaut: Sur la nécessité d’un Code civil pour L’Allemagne,
publicado en 1814; la segunda, a la respuesta de Savigny: De la vocation de
notre époque pour la législation et la jurisprudence, publicada el mismo año. Los
conceptos que estas Escuelas defienden y simbolizan existían ya en Alemania,
antes de que se hubieran publicado los dos manifiestos y, sin embargo, proba-
blemente nunca hubieran engendrado los movimientos que originaron, si en
dos programas bien definidos, sus partidarios no hubieran señalado las direc-
trices científicas opuestas, que representaban tales conceptos28. En una gran
parte, el éxito de la Escuela E xegética en Francia no tiene otra causa. Si en los
Prefacios e Introducciones vibrantes de entusiasmo y fe profunda, los civilistas
exégetas no hubiesen, mediante un concurso preciso, puesto de relieve su doc-
28 Sobre la explicación de esta idea, comp. J. Bonnecase, Introduction générale a l’histoire de la
science du droit privé en France de 1789 a 1830. (La Thémis, 2e. éd.). pp. 135 y s.
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LA ESCUELA DE LA EXÉGESIS EN DERECHO CIVIL
trina y métodos; si del conjunto de estas individuales declaraciones de princi-
pios, en las cuales cada uno aportaba, en cuanto a la forma y expresión una
originalidad cierta, no hubiera resultado la existencia de una concepción cien-
tífica rigorosamente idéntica en todos ellos, podemos estar seguros de que
jamás la Escuela de la Exégesis hubiera ejercido sobre los espíritus ese domi-
nio que constituyó su gloria. Cuando se consideran atentamente esos prefa-
cios, algunos de los cuales semejan, en apariencia, verdaderas diatribas, ple-
nas de un e spíritu revolucionario contra las obras de sus antecesores, se per-
cibe que, en el fondo, el único reproche que sus autores formulan contra aqué-
llos, es el no haber traducido fielmente los principios de la Escuela; Demolombe
reprochará a Troplong un orden de exposición rigorosamente exegético; con
posterioridad Marcadé, por el contrario, atribuirá todas las virtudes a la Exé-
gesis p ura, a condición de tener una idea justa de ella; entre tanto Laurent
declarará que los jurista s conducen la ciencia del Derecho a la perdición,
porque no tienen el respeto debido a la obra del legislador; y así en toda la
serie de los exégetas.
Si el advenimiento de la Escuela científica del Derecho civil fue un poco
retardado, se debe, a la inversa, en parte, al t emor de oponer un nuevo
dogmatismo al de la Escuela de la Exégesis. Se puede decir con razón que
Saleilles no se constituyó en Jefe de la Escuela científica, debido al temor de
parecer dogmático; nadie como él fue presa de este temor. Por otra parte, cree-
mos que este estado de ánimo le impidió coronar su inmensa obra con una
teoría firme sobre el fundamento del Derecho29; con anterioridad desechó toda
idea de redactar, en términos precisos, el Manifiesto de la nueva Escuela con-
tra el de la Exégesis (Infra n. 82. nota). En poca s palabras, por esto prefirió
lanzarse en una tentativa de renovación de la doctrina de la Escue la de la
Exégesis, como hemos visto. Sin embargo, sus admiradores aseguran que des-
encadenó una revolución en el dominio del Derec ho civil. En todo caso, se
trató de una revolución conservadora, realizada con elementos tomados a la
Escuela exegética, y esto porque Saleilles temió combatir la profesión de fe de
la Escuela Exegética, con una contraria. En verdad, el movimiento impreso al
Derecho civil contemporáneo hubiera conservado mejor la huella del genio de
Saleilles, si este hubiera formulado, claramente, en una corta profesión de fe,
sus ideas sobre el Derecho positivo. De esta suerte, los discípulos admiradores
de su talento, hubieran podido agrupar y desarrollar sus doctrinas, pues es de
la naturaleza del espíritu humano aspirar a concepciones traducidas en un
programa de acción preciso.
La justa comprensión de esta situación, independientemente de la cues-
tión de fondo, decidió el triunfo de la doctrina de Gény sobre la de Saleilles.
En verdad, la precitada obra de Gény: Método de Interp retación y Fuentes en
29 J. Bonnecase, La notion de droit en France au XIX siècle, p. 27, note. Comp. además sobre el
conjunto de la obra de Saleilles:L’Œuvre juridique de Raymond Saleilles, citado; Gaudemet,
Raymond Saleilles, citado. J. Bonnecase,Supplément au Traité de Baudry-Lacantinerie, tome 1er.

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