Claudio Orrego 'El quiebre me forzó a mirarme con mis luces y sombras' - 10 de Agosto de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 873952768

Claudio Orrego 'El quiebre me forzó a mirarme con mis luces y sombras'

-M e separé después de 27 años de matrimonio, un quiebre muy importante. Y uno se mira hacia adentro, mira las luces y las sombras de uno mismo. Me reconecté en ese tiempo con el niño que fui y, de alguna manera, decidí paralizar. Volví a tomar la guitarra, me puse la mochila de nuevo en la espalda y salí a subir montañas y a hacer trekking , hice el Camino de Santiago, corrí una maratón. Hice muchas cosas que tenía ganas de hacer y que este deber ser, de volcarlo todo hacia afuera, hacia el servicio público, me había limitado en lo personal. Y siento que, entre los quiebres que tuve, los dolores que uno sintió y que causó, mi reencuentro con los amigos, la familia, los afectos, fue muy bueno. Me reencontré conmigo mismo.Cuatro libreros de madera oscura ordenan el que dice es su único tesoro en esta nueva casa: sus libros, entre los cuales están los de su padre e intelectual del PDC, Claudio Orrego Vicuña, y las obras completas de su tatarabuelo, Benjamín Vicuña Mackenna. Un departamento iluminado en un edificio de 1974 que arrendó y en el que el flamante gobernador de la Región Metropolitana, elegido en segunda vuelta en junio, político por vocación y abogado, construye hoy su nueva vida a sus casi 55 años. Junto a los libros hay otros signos que dan cuenta de sus días: un collage de fotos en madera de su viaje a Santiago de Compostela, donde -confesará más tarde- lloró al volver a sentirse libre y pleno. El camino lo hizo junto a su nueva polola, Teresa Larraín Tagle, una viuda once años menor, cantante de temas espirituales, con quien está desde hace dos. A su casa en Colina parte cada fin de semana para cimentar una relación sentimental que lo tiene feliz. No por eso descuida a sus cuatro hijos entre los 29 y 16, a quienes tuvo con su exmujer de 27 años, de la que se separó en 2018 en medio de una crisis y de la cual acaba de divorciarse. Una crisis que lo desconcertó, le dolió y, con esfuerzo, dejó atrás.Claudio Orrego Larraín es hoy, dice, un hombre cambiado.-Para mí, la separación ha sido dolorosa en muchas dimensiones, pero he salido como un destilado que es mejor. Por supuesto que aún tengo mil cosas por trabajar porque esto es una conquista permanente, sobre todo porque mi personalidad es muy hacia afuera, muy de hacer. Y mi equilibrio está en el no hacer, en el estar.-¿Se pegó un madurón a los 50?-Yo siempre pensé, durante muchos años, que yo lo que más quería era tener energía, trabajar mucho; presumía de dormir poco, de ser el primero en llegar a la oficina e irme el último. Hoy mi aspiración no es esa, sino la de ser más sabio. Es estar más equilibrado, ser mejor persona. Por primera vez en mi vida, he entendido que invertir en mí es también una manera de servir bien a los demás. Si bien nunca me apegué demasiado al poder, porque he ganado y he perdido, he ascendido y he caído, y esas cosas te forjan el carácter, este tiempo fue un tiempo importante.-¿Y ese cambio estuvo conectado con su proceso de separación?-(Lo piensa). Está súper difícil. Yo diría que es un quiebre. Es un quiebre con lo que uno aspiraba a ser, con lo que uno quería ser ante los demás y ante sí mismo. Un quiebre como ese para alguien con mi historia, con mi visión del matrimonio -aunque quizás soy menos católico ahora respecto al rito religioso y tengo una visión más amplia-, claramente, el quiebre me forzó a mirarme a mí con mis luces y sombras. Y me forzó a...

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