La ciudad uigur que se aferra a su cultura - 26 de Enero de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 839527482

La ciudad uigur que se aferra a su cultura

Las calles sinuosas y concurridas de la vieja Yarkand, una antigua ciudad que se encontraba en la Ruta de la Seda, conservan patrones de vida que se remontan a varios siglos atrás.Una mañana reciente salía humo a bocanadas desde parrillas crepitantes donde se cocinaba cordero y desde hornos llenos de panes planos. El calderero hacía repicar el metal mientras martillaba un tazón. Los tañidos de un dutar, un laúd de dos cuerdas, salían de una tienda que vende instrumentos musicales tradicionales. En una casa de té ligeramente alumbrada, unos ancianos que usaban gorros de oración musulmanes murmuraban al conversar.En el extremo del desierto de Taklamakán, Yarkand sigue siendo una cuna cultural para la etnia uigur, una minoría principalmente musulmana en la región de Sinkiang, en el oeste de China. Pero su estilo de vida se encuentra bajo una gran presión.Desde hace tres años los uigures han soportado una campaña radical que busca convertirlos en seguidores obedientes del Partido Comunista, debilitar su compromiso con el islam y obligarlos a que dejen de labrar la tierra para trabajar en fábricas. Los pueblos y ciudades en todo Sinkiang están rodeados de puestos de control grandes de la Policía, quienes usan escáneres faciales para registrar a la gente que entra y sale.Un millón o más de uigures han sido enviados a campos de adoctrinamiento desde 2017. Yarkand fue diezmada debido a estas detenciones.En 2018, esta ciudad de alrededor de 200 mil personas prácticamente estuvo cerrada a los periodistas extranjeros, ya que los puestos de control de la policía impedían el ingreso a los autos. Pero desde el año pasado, las autoridades de Sinkiang han aminorado lo suficiente las restricciones como para dejarnos entrar.Nuestra visita revela una ciudad herida por las agitaciones recientes. En la parte vieja, las excavadoras amenazan las casas, consideradas tugurios, a fin de abrir paso para nuevos vecindarios.Pero los uigures de aquí también parecían ser resilientes. Se aferran a costumbres entretejidas en su historia como un pueblo de agricultores, mercaderes y musulmanes que viven al borde de los desiertos.Llegamos a Yarkand en un tren matutino de Jotán, una pequeña ciudad a 280 kilómetros en dirección sureste. Después de algunas negociaciones y llamadas telefónicas susurradas, policía y funcionario de propaganda que se habían apresurado a la estación nos dejaron visitar la ciudad, a condición de que esa misma noche tomáramos un tren a Kasgar, la...

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