Ciudad de contrastes - 19 de Junio de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 643071561

Ciudad de contrastes

-¿Cuál es su profesión? -preguntó.

-Periodista.

-¿A qué viene a Johannesburgo?

-A escribir un artículo sobre la ciudad.

El oficial miró con sospecha. Como si esa no fuera una respuesta posible.

-¿Para qué va a entrar? -dijo-. Mejor se lo hago yo y se devuelve.

Johannesburgo, durante esos primeros minutos, prometía ser todo lo que se decía sobre ella: una ciudad que los viajeros solo pisaban para enlazar con un avión que los llevara a otra parte; a los safaris del Parque Kruger, a la vibra cosmopolita de Ciudad del Cabo, a los viñedos de Stellenbosch.

Esa misma mirada sería la que en la entrada, Jabu Moagi, se encargaría de cuestionar en cuanto subimos al auto. Jabu, por ejemplo, decía que Joburg -como le dicen a la ciudad los sudafricanos- no tenía nada que envidiarle a Ciudad del Cabo, su gran rival. Que aquí había excelentes hoteles, buenos restaurantes, museos. "Y las mujeres -decía-, tienes que ver a las mujeres".

Jabu, es importante decirlo, trabaja en la agencia de turismo de Gauteng, la provincia a la que pertenece Johannesburgo. Su trabajo era parte de un esfuerzo provincial para mostrar que debajo de toda la fama negativa, Joburg era más que su aeropuerto. Había campañas, por ejemplo. Videos que reproducían los aviones antes de aterrizar, que mostraban a la ciudad como un lugar donde gente multicolor y bien vestida tomaba cocteles al atardecer en azoteas sofisticadas e iluminadas. Esas mismas luces que veíamos ahora por las ventanas del auto que un chofer de la oficina de Jabu conducía por una carretera interminable y que sugerían a Johannesburgo como un monstruo urbano imposible de agarrar.

Pregunté cuánta gente vivía ahí y Jabu respondió que un poco más de cinco millones, pero que la cifra podía crecer en dos millones más si se consideraban todos los suburbios que la misma ciudad se ha ido comiendo y que se formaron de blancos que arrancaron del centro y de inmigrantes de otras naciones más pobres, como Nigeria y Zimbabwe, que llegaron sin documentos.

-¿Por qué escaparon de ahí?

-Por las drogas. El centro se volvió muy peligroso en los noventa.

Después, Jabu hablaría sobre la vida después del apartheid. Que ahora era el momento de los que antes habían sido postergados: el 50 por ciento de la población negra de esa ciudad, versus la minoría blanca que aún concentra el poder económico y que se estima en alrededor del 20 por ciento. Y eso, decía, no solo tenía que ver con la hegemonía del Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela, del presidente Jacob Zuma y del alcalde de Joburg, sino que también con la reivindicación de su cultura. De hecho, durante todo el viaje Jabu y el chofer solo hablaron en zulu.

Cuando ya iba una hora de viaje y por la ventana empezaban a verse...

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