Una cita con mini fashionistas
Allí se conserva el corazón de sus colecciones: las piezas donadas por privados -algunas de ellas reliquias originales del siglo 18- y, para evitar el más mínimo deterioro de las prendas; está prohibido entrar con comida, también sacar fotos con flash y, más aún, tocar la ropa.
A las 16:30 horas, llega Delfina (10 años), hija de la productora de moda Gabriela Cordero. Y luego, aparece Gala (9), la hija del fotógrafo Gabriel Schkolnick y Sarah (7), la nieta de Sarika Rodrik, dueña de la exclusiva boutique que lleva su nombre, que ofrece marcas como Versace y Givenchy. Enfundada en una falda lápiz estampada con flores y unas ballerinas Charlotte Olympia, de punta negra con cara de gatito, originales, no suelta la mano de su mamá, Nikole Rosenberg, quien lleva la tienda de Isidora Goyenechea con su abuela. Al recorrido de hoy se suman Olivia (10), la hija menor de la dueña de la tienda Nostalgic, Paola Agulló, y María Gracia (13), hija de la productora de modas Bernardita del Solar.
Gabriel Schkolnick se acerca a Sarah.
-Hola. Te presento a Gala. Yo soy Gabriel. ¿Y tú, cómo te llamas? -le pregunta.
-Ese, a, ere, a, hache. Sarah.
-Qué linda tu falda Sarah -le comenta el fotógrafo.
Nikole mira a su hija y suspira.
-No te imaginas cuánto cuesta vestirla. Que la manga está ancha, que la manga está larga, que la manga está corta...
Sarah, que apenas le llega a las caderas, la interrumpe:
-Es que si es manga corta me gusta, pero larga no.
Lilian conduce a las niñas a la tienda del museo. Sarah se detiene en una vitrina.
-¿Qué es esto mamá? -le dice mirando un bolso grande y colorinche.
-Una copia de una cartera Moschino -responde Nikole.
-Se nota que es una copia -le dice Sarah.
-Bienvenidos al Museo de la Moda -comenta Lilian y pasa una tarjeta de seguridad por un sensor. Se abre la puerta de metal que lleva a los depósitos. Cheli, una de las encargadas, les muestra un sombrero del siglo 18.
-Delfina: Es bonito.
-Sarah: No creo que nadie los quiera ocupar ahora.
El grupo se mueve hasta el mesón de trabajo de Carmen, la encargada de rellenar las prendas con volúmenes. Sobre la mesa tiene unos zapatos de niño de 1900. Dice:
-Quizás en el futuro algún zapato de ustedes podría estar acá -
-Estos no -dice Sarah tocando sus zapatos de gatito. -Porque los quiero mucho.
A la media hora, termina la visita y las cinco niñas se instalan a conversar sobre moda.
-¿Se demoran en elegir qué ponerse?
-Sarah: Yo mucho. !Es que tengo tanta ropa que me cuesta mucho...
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