Los cinco fantásticos - 5 de Septiembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 581937762

Los cinco fantásticos

En paralelo, el recién titulado Aravena asistió durante ese año a la cátedra "Pensamiento trágico", de la Universidad de Venecia. Curso que, dice hoy, lo cambió por completo.

-Ese profesor decía que la tragedia no es una forma literaria, sino una forma de conocimiento. La tragedia clásica dice que no hay una única respuesta, sino realidades en conflicto. La fertilidad del mundo se da porque hay fuerzas opuestas en fricción. De ahí es desde donde sale lo nuevo. Este curso me enseñó a pensar de forma diferente, fue fundacional para mí -dice.

Veinticinco años después de ese viaje, en 2016, el arquitecto volverá a Venecia, pero esta vez lo hará en su calidad de director y curador de la XV Bienal de Arquitectura.

Alejandro Aravena, 48 años, casado, tres hijos, es el primer latinoamericano en dirigir el evento que reúne a lo más prestigioso de la arquitectura y el diseño del mundo.

-Todos los que me conocen de esa época, el grupo con el que yo estudiaba en la Universidad de Venecia, entre los que había un maquinista y un juez, hoy me dicen: "Pensar en ese estudiante flaite, y mira dónde terminó".

No aterrizará solo en la Bienal de Venecia. Lo hará junto a su equipo de Elemental, con los cuales ha trabajado en los últimos 12 años y con quienes se ha ganado una docena de premios en Chile y el mundo, una trayectoria que los ha transformando en la oficina de arquitectura local más exitosa a nivel internacional. Todo gracias a un método que han desarrollado en el piso 25 de la Torre Santa María, donde funciona Elemental, sin la última tecnología, tampoco con el diseño más moderno.

-Lo que nos define es que generalmente nos metemos en cosas donde todo el rato arriesgas algo. La probabilidad de fracasar está ahí. Sin embargo, como el tema nos importa, estamos dispuestos a hacerlo -dice Aravena.

El aterrizaje

-Era muy críptico -dice Gonzalo Arteaga.

-Demasiado intenso -dice Víctor Oddó.

-Engrupido -dice Juan Ignacio Cerda

-No me llamaba la atención -dirá Diego Torres.

Los cuatro socios de Elemental tuvieron a Alejandro Aravena como su profesor en primer año de la carrera, en diferentes generaciones. Ninguno reconoce haberse hecho fan de él en esa época. Mientras ellos pasaban sus ramos y sacaban buenas notas, Aravena vivía alejado del ejercicio de la arquitectura. Tras el viaje a Venecia, había vuelto a Chile y junto a un socio había comenzado a hacer bares y discotecas: la Scratch, en Viña; el Manifesto, en Bellavista; la discoteca de Las Tacas, en Coquimbo. Esa fue la última.

-Teníamos que terminarla el 31 de diciembre para que se inaugurara. Arrendamos una casa en La Herradura, trabajamos día y noche junto a los maestros para lograrlo. Pudimos hacerla a tiempo. Luego el jefe de obras nos dijo que el dueño le había dado la instrucción de no recibir conforme las obras, aunque todo estuviera bien. Ahí mandé todo a la punta del cerro: ¿fui a estudiar el Partenón, "Pensamiento trágico", para que un imbécil, me quiera estafar? Me retiré -dice Alejandro Aravena.

Entonces puso un bar: el Bar Sin Nombre, en la Plaza Ñuñoa. Ahí estuvo dos años, del 95 al 97.

A fines de ese año quiso volver a la arquitectura y se presentó a un concurso, pero entregó los planos en un papel que no correspondía. En 1998, Fernando Pérez, quien en ese momento era decano de Arquitectura, le ofreció hacer la Facultad...

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