El cielo y el infierno en Haití - 9 de Febrero de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 490351154

El cielo y el infierno en Haití

Ahora voy en un taxi de vidrios polarizados, con aire acondicionado y asientos de cuero. Afuera la ciudad luce tranquila: hay varios semáforos, niños entrando al colegio, oficinistas caminando a sus trabajos, mujeres cargando la bolsa de la compra. No hay basura ardiendo ni olor a escombros ni conductores caóticos ni chanchos corriendo por la calle. Pero la sorpresa dura poco. "Éste es el camino más largo hacia su hotel, pero prefiero traerla por aquí porque el otro camino es malo.

Mucha pobreza", dice Benjamín, el chofer.

Sé cómo se llama porque minutos antes, cuando subí a su auto en el aeropuerto de Puerto Príncipe, alguien se encargó de presentarlo, de asegurarme que era un transportista de confianza y de decirme también que no debía pagarle sino hasta llegar al hotel. La tarifa era 30 dólares.

Además de taxistas que manejaban autos de lujo, en el Aeropuerto Toussaint Louverture de Puerto Príncipe había también una banda de música recibiendo a los pasajeros, y una mujer colorina que entregaba una revista llamada Magic Haiti. La hojeo mientras voy camino al hotel y leo la editorial, escrita por Stephanie Balmir Villedrouin, la ministra de Turismo: "Nuestros esfuerzos por restablecer Haití como destino turístico continúan", dice y cuenta cómo una delegación fue en septiembre a Europa para mostrar las ventajas de viajar a Haití. Y cómo ese mismo mes se graduó el primer contingente de "policías turísticos".

En junio de 2006 fui por primera vez a Haití acompañando por unos días a las tropas chilenas en la misión de estabilización impulsada por Naciones Unidas. En ese momento el país estaba aún lejos de ser el sitio devastado por el terremoto de 2010, pero aún así Puerto Príncipe, producto de su convulsión política -tras las dictaduras y la insurrección popular-, llevaba varios años de precariedad, de enfermedades, de falta de condiciones mínimas de higiene para sus habitantes.

Y si eso era así antes del terremoto, después la ciudad simplemente quedó convertida en ruinas.

Por eso, cuando leí que el Ministerio de Turismo había lanzado una campaña para devolverle al país la fama de paraíso que tuvo en los 60, 70 y mitad de los 80, la noticia parecía al menos curiosa. Porque es cierto: en algún momento este país, el primero de América Latina en independizarse y abolir la esclavitud, fue una nación próspera y atractiva.

Tanto así que era conocida como "la perla del Caribe". Y es cierto también: Haití, como República Dominicana, forma parte de la isla La Española, y ambas naciones comparten similar geografía, aguas turquesas y playas de postal.

Pero para ir a una parte de La Española hay paquetes turísticos, all inclusives y opciones de vuelos. Para ir a la otra sección, en cambio, hay que ponerse seis vacunas (meningitis, hepatitis A y B, fiebre amarilla, fiebre tifoídea y difteria/tétano), medicarse contra la malaria, y apostar por dar con un pasaje de avión desde República Dominicana.

¿Cómo alguien hace turismo en un país en crisis? ¿Cómo van a transmitir a la gente la confianza para que se atrevan a visitar Haití? ¿Cómo lograr que las grandes cadenas hoteleras inviertan en el país más pobre de América? Estas dudas se me vienen a la cabeza mientras llego al hotel Le Plaza, en el centro de Puerto Príncipe, cerca del palacio de gobierno. En la entrada, en vez de botones, hay dos guardias con metralletas.

"Es cierto que el Ministerio del Turismo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR