'En Chile no nos gusta ver a los malos, a los feos, a los distintos' - 29 de Julio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 521795110

'En Chile no nos gusta ver a los malos, a los feos, a los distintos'

-Depende de lo que entendamos por liberada. Sí soy liberada de muchos prejuicios que creo que rondan en la sociedad chilena, especialmente sobre las mujeres. Pero no liberada de los roles femeninos que aprecio. Algunas de mis opciones pueden parecer muy liberadas, pero tienen que ver más con mi búsqueda de conocimiento, con las preguntas que me hago desde mi curiosidad intelectual, con mi interés por visibilizar a las mujeres en la historia, o con la necesidad de tener un mundo interior más pleno. Lo que pasa es que nunca me alejo de la emoción y de los imperativos que me he impuesto intelectual y espiritualmente. Y desde ahí he ido evolucionando entre el conocimiento, los traspiés, el dolor y la alegría.

Pese a su respuesta, los datos biográficos de Ana María Stuven (62) delinean el camino de una mujer que ha quebrado esquemas. La actual profesora del Instituto de Historia de la Universidad Católica y directora del Programa de Historia de las Ideas Políticas de la Universidad Diego Portales, primero se tituló como periodista en la Universidad de Chile, pero dejó a poco andar su vocación por las noticias y entró a estudiar Historia en la Universidad Católica. Luego se fue a hacer un doctorado en la Universidad de Stanford. Entonces, ya se había separado de su primer marido -se casó mientras estudiaba Periodismo y el matrimonio duró cinco años- y tenía dos hijos.

-Fue un desafío. Yo me fui a Stanford sin conocer nada, ni siquiera la casa donde iba a vivir. Tampoco tenía conocidos que me pudieran ayudar. Recuerdo que el día de mi llegada con mis hijos golpeé la puerta en la casa de enfrente para que me prestaran una taza. Ahora lo miro como un acto bien valiente, pero entonces para mí solo era algo que necesitaba hacer. Pero asumo que había un grado de inconciencia, o sea no medir los riesgos y los peligros, pero también un grado de suerte y mucho esfuerzo.

-¿Cómo su entorno académico afrontó que usted fuera madre y estudiante?

-Tenía que competir de igual a igual con otros estudiantes que solo dedicaban su tiempo al estudio. Entonces yo tuve que afrontar una suerte de discriminación que en esa época era muy fuerte: era mujer, era madre y era latinoamericana. Al principio no asumí estos detalles como algo que me jugara en contra hasta que un compañero me lo explicó cuando empecé a tener problemas con mi profesor guía. Este compañero, que era hijo de argentina y norteamericano, me dijo que como madre de dos hijos los profesores creían que no tendría la misma dedicación al estudio que el resto y que como mujer latinoamericana tendría una actitud muy emocional y poco racional.

-¿Y logró hacer cambiar de opinión a su profesor?

-En una de las reuniones, luego de ver cómo los papers que entregaba estaban marcados con notorias correcciones en rojo, le dije: profesor, quiero que usted sepa que yo no le vengo a hablar desde un lugar emocional. Lo hice para ganar credibilidad y me cambió la vida. Gané respeto. Después, cuando terminé el doctorado ese mismo profesor me ofreció postular a un par...

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