Chantal Signorio 'Cultura no es solo ir al ballet'
La cientista política Chantal Signorio sonríe desde su sillón rojo de diseño. La flanquean una colección de grabados de Matta, una gran mesa redonda de un antiguo artista italiano, fotos familiares. Está sentada en lo que constituye el núcleo de su mundo, su casa, donde en afiatada dupla con su marido abogado, Arturo Majlis, cría a sus cuatro hijos. "Cuando mi hijo mayor entró a la universidad, la menor entraba a primero básico, así es la cosa con mis niños". Rubia y de voz pausada, cumplirá 50 en agosto, cinco décadas fogueadas y muy trabajadas, porque, dice, la mujer debe trabajar. No siempre le fue fácil, por eso, contra viento y marea cada minuto ha contado. Desde sus días de estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Milán hasta hoy, cuando es reconocida por todos los estamentos de la cultura en Chile gracias a Puerto de Ideas, ha pasado mucho tiempo, mucha vida.
Se echa para atrás en su sillón rojo, concentrada. Ya son cuatro años desde que decidió replicar la idea de aquellos festivales del conocimiento y la cultura que, desde siempre, han florecido en Europa. Fiestas del saber, de la discusión intelectual, de la creación artística. Fiestas nunca en grandes urbes sino en pueblecitos y villorrios donde participan desde el alcalde hasta el último de los campesinos. Como en España, Italia, Francia. Festivales intelectuales, pero nunca pretenciosos, con entradas a precio bajo que convocan a todos. Por eso, aunque traiga a creadores de la estatura de Almudena Grandes o Michel Houellebecq, Puerto de Ideas no cuesta más de mil quinientos pesos. "No podía ser gratis, pero no podía ser caro. Yo quería un precio justo".
Chantal recoge hoy los frutos de las muchas batallas que dio desde 2010 por sacar adelante su idea fija: ir a buscar la cultura y las ideas a las academias, a los salones cerrados, a la universidad, a los laboratorios. Llevarlas a la calle, a la gente; renovar el sentido de la arquitectura patrimonial chilena con la palabra y la visión de escritores, artistas visuales, historiadores, filósofos, científicos. Ella, quien nació en Chile pero creció en Milán y bebió la lengua francesa con la leche -su padre era de Tortona, un pueblecito del Piamonte, y su madre, una vasca que se crió en París- hoy mira el camino andado. Toma aire y sonríe. El Festival Puerto de Ideas, uno de los proyectos más revolucionarios que se han gestado en Chile en el último lustro, consumió sus fuerzas porque ella, -obsesiva como es- estuvo encima de cada detalle. Desde la carta de invitación que casi un año antes se envió al autor de "La Soledad de los Números Primos", el físico teórico y escritor Paolo Giordano, hasta la última bolsa de plástico reciclada por estudiantes con las que se cubrió el techo del incendiado Palacio Subercaseaux, que acogió, entre ruinas, la voz del rector de la UDP, Carlos Peña.
Recién termina la tercera versión del que un día fue su sueño y hoy es un admirado evento. Por primera vez, en abril de 2014, Puerto de Ideas llegará a Antofagasta, pero con un matiz diferente: será un festival de Ciencias, pero...
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