Adiós a los cerros - 27 de Julio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 521516326

Adiós a los cerros

Un túnel lo arrastraba hacia la muerte. El remolino de agua que formó el "Valparaíso II" al darse vuelta de campana e irse a pique lo succionaba al fondo del mar. Un segundo antes, una ola se había tragado al capitán Luis Varas, y el mecánico de barcos Miguel Hardy, que hasta el día de hoy no sabe nadar, se dejaba vencer. En ese momento crítico imaginó a su hijo, de entonces 9 meses, en el regazo de su esposa, llamándolo: "Estiré los brazos para tomarlo, y logré salir a flote".

Hardy recuerda que, ya emergido, se aferró a un madero, hasta que los equipos de rescate lo encontraron. El capitán Varas y otros cuatro compañeros de labores no tuvieron la misma suerte, y perecieron. Los cuerpos de tres de ellos no aparecieron jamás.

Era el 5 de marzo de 1980 cuando el cuarto dique flotante que ha tenido Valparaíso se hundía tras carenar al pesquero chino Yin Yang y cumplir 56 años de operaciones. El accidente, causado aparentemente por una inadecuada mantención, copó las páginas de los diarios y enlutó al puerto, pero no logró marcar el fin de una época iniciada en 1857, cuando el primero de estos talleres flotantes, que era de madera, ancló en la bahía local. Los porteños exigían "con extrema urgencia" reponer un elemento "insustituible" para la ciudad.

Volver al origen

Cinco años después fondeaba en la bahía el "Valparaíso III", tras cumplir una travesía de tres días desde Talcahuano, donde fue construido en los talleres de Asmar. Una caravana de botes y patrulleros salía a su encuentro haciendo sonar sus bocinas y lanzando chorros de agua a modo de bienvenida. Era la tarde del 19 de abril de 1985, y a bordo de esa plataforma de acero, tan amplia como una cancha de fútbol, aunque más larga y más angosta, venía el mecánico náufrago Miguel Hardy.

Un temporal que desató olas de 8 metros de altura y vientos de 80 kilómetros por hora el segundo día del viaje pusieron a prueba la estabilidad del dique, y también los nervios de Hardy, crispados por el recuerdo de la tragedia.

"Se juntaban las estrellas con el fondo marino", relata hoy, riendo, en la cubierta de esa misma mole de acero que rechina en los temporales y que le ha regalado tanto las mayores satisfacciones de su vida como los más dramáticos recuerdos.

Miguel Hardy resolvió temprano en su vida esa dicotomía. Su hermano Ricardo, que también sobrevivió al colapso de la "Valparaíso II", emigró a Estados Unidos, y nunca más quiso ejercer la mecánica en el mar. Pero tras la pérdida del empleo que...

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