Los cerebros detrás de los últimos logros del deporte chileno
Un campeón
Motivado por dirigir un equipo con aspiraciones olímpicas, el español Mateo Garralda, campeón del mundo en Túnez 2005 y uno de los mejores laterales derechos de balonmano de la historia, llegó a Chile a principios de 2016, luego de conocer a un par de jugadores en el Panamericano de Toronto 2015 y derechamente ofrecerse como técnico, tras la salida de Fernando Capurro. En un año y medio en el país como head coach , logró la primera victoria del seleccionado masculino adulto en una fase de grupos de un Mundial, además de tener fuerte injerencia en el equipo juvenil que avanzó una ronda y terminó 16° del mundo, máximo logro chileno en esta disciplina.
"Cuando llegué me encontré con una falta de rigurosidad por parte de los jugadores, de tener una constancia, a medio y largo plazo, en el número de entrenamientos, tanto a nivel táctico, técnico, físico y también en la intensidad. No bastaba con venir a entrenar. Así, en un primer proceso, terminé prescindiendo de muchos jugadores que no estaban haciendo el esfuerzo", relata Garralda.
"Nuestro problema es que todavía seguimos pensando que somos Chile, no que somos 'Chile con capacidad para ganar a otras selecciones'. Esa dificultad la tenemos y nos pasó la factura en partidos que podíamos haber ganado en el Mundial junior o juvenil, y no lo hemos hecho por falta de convencimiento. El Quijote decía: 'Nadie es más que nadie, si no demuestra que es más que alguien'. Y yo creo que cada día debes intentar ser mejor. Nosotros cada día debemos tener una intención más agresiva en todos nuestros aspectos, un hambre. Eso nos falta".
Otra de las decisiones de Garralda fue foguear al seleccionado juvenil en entrenamientos con los equipos junior y adulto de Chile. "Saqué muchos jugadores juniors que no estaban comprometidos y fui al Panamericano de la categoría con 11 juveniles. Muchos de ellos fueron al Mundial Junior y ahora al Mundial Juvenil, lo que les sirvió demasiado", revela.
En busca de la perfección
El primer título del básquetbol chileno en 80 años fue conducido por el técnico nacional Galo Lara. Con poco tiempo por delante, el nuevo DT fue conciso en su plan de trabajo. "Me enfoqué en hacer pocas cosas, pero a la perfección, porque muchas cosas tácticas en poco tiempo, al final marean", expone.
"Tuve dos meses y medio para armar el equipo. Lo primero que hice fue seleccionar jugadores de un universo de 45, donde yo ya sabía que había cinco que debían estar sí o sí. En cuanto al resto...
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