Celebrando la cosecha en Alto El Loa - 21 de Febrero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 593985618

Celebrando la cosecha en Alto El Loa

Una tradición que potencia y renueva la cultura atacameña, proyectándola en los niños y jóvenes, promoviendo la defensa de sus valores, costumbres y territorio y reanudando los vínculos entre vecinos y familias cuyos integrantes, que han debido emigrar a las urbes y las minas por motivos de trabajo o estudio, regresan para la fiesta a sus pueblos hoy escasamente habitados. A diferencia de las festividades religiosas andinas, que atraen gran número de visitantes, los carnavales son instancias íntimas, en las que escasamente participan personas ajenas a las comunidades, algunas de las cuales prohíben el registro fotográfico.

En localidades como Caspana, ubicada en una quebrada a 3.200 metros de altura y con solo 200 habitantes fijos, pueden llegar a contarse hasta 500 personas en estas fechas. Algo similar ocurre en Ayquina, con menos de 100 residentes habituales. La celebración ocurre sobre todo al interior de las familias, que se reúnen en las partes altas de los pueblos, en terrenos y terrazas de cultivo, para realizar pagos a la tierra, rogativas y otras "costumbres" que incluyen la "tinca", ingesta de alcohol y hierbas, y el "coqueo" o masticación de hojas de coca.

Sincretismo cultural

El centro de la fiesta lo constituye un pequeño grupo de hombres jóvenes -algunos caracterizados como mujeres- denominados "los carnavales", cuyos personajes principales, "el viejo" y "la vieja" (también llamados "el carnaval" y "la carnavala"), pueden hacerse acompañar de ficticios hijos e hijas, nietas y nietos, además de algunos músicos cuyos instrumentos más habituales son la trompeta, el trombón, las flautas y los tambores. Vistiendo coloridos aunque sencillos atuendos tradicionales adornados con hojas de choclo, que representan la cosecha, y haciendo gala de una gran resistencia física y una buena dosis de humor y picardía, recorren los hogares sorteando quebradas y caminos polvorientos, bailando, cantando y animando a la gente a participar.

Incorporada por la colonización española en el calendario católico, la fiesta reúne elementos tanto atacameños como quechuas y españoles. Palabras en kunza (la lengua atacameña), castellano y quechua se combinan en las coplas que se cantan, formando parte de una banda sonora asignada a los distintos momentos de esta celebración que obedece a un guión determinado.

A pesar de su fisonomía netamente indígena y su fuerte carga ancestral, en opinión de la antropóloga Victoria Castro, una de las principales estudiosas...

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