¿Qué se celebra el 5 de octubre?
A raíz de la conmemoración de los 30 años del triunfo del No en el plebiscito de 1988, se ha producido una polémica acerca de quiénes debían reunirse en la celebración. Hay consenso en que los héroes de esa gesta fueron los millones de compatriotas que se movilizaron y organizaron en función de una meta improbable, haciendo confianza en los dirigentes políticos que se jugaron por ella, donde la franja de propaganda en televisión fue solo la punta del iceberg de este esfuerzo multitudinario. Donde han aparecido diferencias, sin embargo, es si al Partido Comunista (PC) le corresponde ser parte de la festividad. Aunque incómoda, la cuestión es pertinente y merece una reflexión. Ella se puede encarar desde dos perspectivas: desde la evaluación de la contribución que hizo el PC antes del plebiscito para hacer viable el triunfo del No y desde la ponderación que este partido y sectores de izquierda han hecho del proceso histórico que se desencadenó a partir de ese desenlace. Ahora bien, miradas las cosas desde ambas perspectivas, su participación en las celebraciones requiere de una explicación -o si se prefiere, de una autocrítica- aún pendiente.La etapa previa: ¿plebiscito o perspectiva insurreccional?Los hechos están bastante bien documentados. Tras arduos debates, la Democracia Cristiana, los radicales y las diferentes fracciones socialistas decidieron participar en el "plebiscito ratificatorio" previsto por la Constitución de 1980 para una ignota fecha de 1988. La decisión fue desgarradora, pues implicaba reconocer la institucionalidad impuesta por la dictadura y abandonar la tesis de una reversión total e inmediata del edificio autoritario y del sistema socioeconómico creado por los Chicago Boys. Esto significó sumarse al llamado del régimen para que la población se inscribiera en los registros electorales y junto con movilizarse con tal fin, combatir el miedo y el escepticismo que despertaba la participación en un evento organizado por Pinochet, crear un sistema para defender los votos y desplegar una estrategia de comunicación orientada a ganar la adhesión popular en base a una oferta de cambio político sin quiebres revolucionarios en el ámbito socioeconómico. La opción por esta alternativa estuvo motivada por la convicción de que otro camino, como el ensayado hasta 1986 a través de las protestas, había perdido viabilidad, y lo que es peor, terminaría reforzando a un régimen que empezaba a mostrar éxitos en el plano económico y que se podía presentar como garante de una evolución pacífica hacia una democracia relativa, pero en cualquier caso, preferible a una dictadura.El PC, al igual que grupos como el Lautaro y los provenientes del MIR, veían las cosas de una manera completamente diferente. Los comunistas, en particular, quebrando con su estrategia histórica favorable a la "vía pacífica" y el "frente antifascista", sorpresivamente habían adherido, en 1980, a las tesis de los grupos que antaño habían tildado de "ultraizquierdistas". Esto les llevó a proclamar lo que se denominó la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM), que consagraba todas las formas de lucha para desembarazarse de la dictadura, incluyendo la violencia. Esto se tradujo en la creación de grupos de autodefensa y sabotaje en las poblaciones que comenzaron a dar un carácter cada vez más violento a las protestas, y también en el inicio, en 1983, de las operaciones de una fuerza militar propia, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), formado por cuadros entrenados en Cuba, que llegó a disponer de armamento para medio millar de combatientes.Los motivos que condujeron al PC a hacer este giro son hasta hoy objeto de discusión (leer, entre otros, "La Renovación de la izquierda chilena durante la dictadura", de Mauricio Rojas Casimiro. Santiago: Piso Diez Editores, 2017). Hay, al menos, tres hipótesis, no necesariamente opuestas entre sí. Una primera versión estima que el factor fundamental fue la crítica emanada de los ideólogos de la URSS y de intelectuales comunistas radicados en la RDA, que culpaban a la Unidad Popular de no haber sabido defender sus conquistas (el denominado "vacío histórico", una estrategia política...
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