Catherine Kenrick - 10 de Septiembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 692976553

Catherine Kenrick

Catherine Kenrick tenía una buena vida en Londres. Había nacido en Valparaíso y estudiado en Santiago, primero el colegio y después sociología en la Universidad Católica.

A la capital inglesa llegó por un posgrado en sociología de la educación, pero terminó quedándose 20 años. Su abuelo era británico y su padre había fomentado en ella y sus cuatro hermanos esa cultura. En Londres trabajaba en la organización Voluntary Service Overseas, que trabaja con países de la Commonwealth. Ella estaba a cargo de los programas de Asia del Sur en países como Nepal, Bután, Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka. Países de montaña en los que le tocó hacer sus primeros trekkings visitando a voluntarios.

"Un día estaba caminando por esos senderos y me dije: 'Yo debería estar haciendo esto en Chile, en la Cordillera de los Andes"', recuerda Kenrick, hoy de 73 años. Desde ese momento comenzó a pensar que le tocaba volver a Chile. Fue así como, después de trabajar dos años en Colombia para la Unicef, regresó en 1997.

En Chile trabajó en la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) a cargo de la cooperación internacional, donde aprendió sobre institucionalidad chilena y temas ambientales. Luego fue parte del equipo que delineó la primera etapa del Jardín Botánico Chagual.

En eso estaba cuando falleció su cuñado, quien tenía a cargo un fundo familiar en la cuenca del río Juncal (afluente del río Aconcagua), en Los Andes, a dos horas y media de Santiago. Era un predio de casi 14 mil hectáreas en la montaña, que su abuelo compró en 1911 tras llegar a Chile. Nadie más podía hacerse cargo, así que en 2003 Kenrick se ofreció.

La familia nunca le había prestado mayor atención al terreno, por lo que se usaba para veranadas, explotación minera y entrenamientos militares. Kenrick no sabía ni cómo llegar y solo había ido una vez de adolescente.

Peor aún, los recuerdos que tenía eran de miedo, por una excursión en mula que habían hecho por el filo de acantilados.

Pero ahora, con la tarea de manejar el predio, lo tuvo que visitar nuevamente. "Mi percepción era completamente equivocada. Me impresionó la magnitud, la enormidad, la belleza, el silencio. Era un...

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