La otra catástrofe - 28 de Febrero de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 425840334

La otra catástrofe

Ayer recordamos con emoción a los chilenos y chilenas que murieron hace tres años en el terremoto del 27 de febrero. "Ningún hombre es una isla" -dijo el poeta John Donne-, y por eso "cuando suenan las campanas, las campanas suenan por ti". Ayer, las campanas y sirenas que sonaron en Dichato, Constitución y tantas otras ciudades de nuestro territorio herido, sonaron por todos nosotros.

Y no hay mejor homenaje a nuestros muertos que volver a levantar ciudades mejores que las que había antes, hacer una reconstrucción con épica, pero también con una poética propia. Porque el derecho a la belleza y armonía de nuestras ciudades debiera ser también un derecho inalienable, aunque muchos digan que, en urbanismo, la belleza sea imposible de medir y cuantificar.

¿Es la reconstrucción una tarea que se reduce a reparar infraestructura vial y portuaria, y cumplir con las metas de viviendas restituidas? Ese es el mínimo, y de algún mínimo hay que partir, pero durante décadas el Estado de Chile no parece haber estado, en creatividad, a la altura de la capacidad destructiva de nuestra naturaleza.

A veces las catástrofes abren posibilidades inmensas de reinvención, y lo que no mata a los países puede hacerlos más fuertes y mejores. ¿En qué ciudades queremos vivir, que honren la memoria de nuestros muertos? ¿Nos vamos a conformar, por ejemplo, con que los malls sean los únicos hitos significativos levantados ante nuestra desafiante geografía?

Al azote de una naturaleza impetuosa y destructora se ha sumado -como su gran aliada- la rendición de las autoridades edilicias y políticas a la implacable lógica del lucro inmobiliario. ¿Dónde está el amor por lo propio? ¿Qué dirían los que dieron sus vidas por levantar ciudades dignas?

Hoy las campanas suenan por Valparaíso. Esta ciudad única en el mundo, creación colectiva de inmigrantes y con una arquitectura espontánea y popular, ha sido arrasada en partes iguales por incendios y terremotos y por la falta de visión de sus autoridades. Son autoridades que piensan que cuidar el patrimonio se reduce a pintar con colores chillones algunas fachadas, verdadera afrenta a una arquitectura heredada de gran nivel, a la que se ha dejado agonizar en el tiempo. Son las mismas autoridades que no disimulan su entusiasmo con la...

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