Cataluña: La hora de la política - 25 de Diciembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 699583529

Cataluña: La hora de la política

Cataluña está dividida en partes iguales, y esa escisión, a pesar de los ligeros vaivenes, se ha mantenido invariable en los últimos años. El ímpetu rupturista del gobierno de Carles Puigdemont no logró consolidar una mayoría abrumadora, necesaria si se quiere tomar la drástica decisión de formar un Estado nuevo.

Si en los últimos meses parecía que los catalanes iban a favorecer esa opción, alentados por el discurso radicalizado de sus líderes, fue más bien el rechazo al intervencionismo de Madrid lo que produjo esa conexión política, y no tanto el sentimiento independentista. Desde el referéndum ilegal del 1 de octubre y la declaración unilateral de independencia, unas semanas después, la efervescencia política no permitió leer con exactitud el ánimo de los catalanes. El resultado del jueves pasado aclara el panorama, y si prevalece el realismo, Puigdemont (exiliado en Bruselas) y su ex vicepresidente Oriol Junqueras (en la cárcel) podrían retomar la senda constitucional y negociar con el gobierno central un nuevo pacto de autonomía, pero siempre dentro de la Constitución y la legalidad españolas.

A pesar de la dura derrota sufrida por su Partido Popular, Mariano Rajoy tiene legitimidad democrática para entablar un diálogo con las fuerzas independentistas, y ello depende de cómo se resuelva el problema judicial de los ex miembros del gobierno catalán, disuelto por decisión del Senado español, y que fue el motivo de la huida del president . Por las señales enviadas, hay voluntad de avanzar en la resolución de las disputas.

A Rajoy no le conviene que Cataluña siga intervenida desde Madrid, por lo que debería esperar la formación de un gobierno de las fuerzas proindependencia -Ciudadanos no tiene capacidad para aglutinar una coalición mayoritaria-, pero con definiciones distintas a las que llevaron a la crisis. Si Puigdemont y sus socios tienen el mínimo realismo político, sabrán que deben postergar para un futuro más lejano sus aspiraciones extremas, y apuntar a una mayor autonomía para la región, y no a un Estado propio.

La Unión Europea y el resto del mundo, y no solo Madrid, le demostraron que no habrá reconocimiento internacional para esa aventura. Y la reacción en cadena de las 3.100 empresas catalanas y españolas que se llevaron sus sedes desde Cataluña a otras ciudades dio cuenta de la fragilidad de la economía catalana si no hay certeza jurídica.

Las dos fuerzas independentistas principales (JxCAT, de derecha, y ERC, de izquierda)...

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