Casi el 50% de la superficie agrícola tiene riego tecnificado, pero solo el 10% está protegida por seguros
Es el cóctel perfecto: humedad y calor constituyen el escenario ideal para que los hongos proliferen en los frutales. No al grado de echar a perder la producción, pero sí como para obligar a los productores a elevar el uso de fungicidas.
Es el evento más reciente, pero está lejos de ser el único. Sequía en la Patagonia, lluvias que generan aluviones en el norte chico y heladas fuera de temporada en el centro ya no son cosa extraña. Pese a esto, la penetración de mecanismos para morigerar los riesgos, como los seguros climáticos, sigue siendo baja, aunque se ha avanzado, según Camilo Navarro, coordinador nacional de Gestión Integral de Riesgos y de Agroseguros, ambas dependientes del Ministerio de Agricultura.
Según cifras de Odepa, en Chile hay más de un millón de hectáreas agrícolas en producción. De ellas, 734 mil corresponden a cultivos anuales (agricultura tradicional, como trigo, arroz, maíz, avena y cebada); 296 mil están dedicadas a los frutales y 63 mil, al cultivo de hortalizas. De dicha superficie total, 101 mil hectáreas -el 10%- están protegidas por seguros, según cifras correspondientes a 2015.
Donde sí se da un avance sustantivo es en el uso de sistemas de riego tecnificado, los que permiten regar un predio utilizando hasta un 30% del agua que se requeriría usando el sistema tradicional.
Estimaciones del Ministerio de Agricultura indican que, del millón de hectáreas productivas, casi 500 mil -el 50%- están cubiertas por mecanismos de riego tecnificado (goteo, microaspersión, etc.). Además, entre 2014 y 2018, se sumará un total de 65 mil hectáreas.
Nuevos seguros para frutales y agricultura de subsistencia
De las 101 mil hectáreas aseguradas, solo 3.840 corresponden a frutales, según datos correspondientes a 2015. Prácticamente la totalidad se concentra en cultivos tradicionales.
Para Luis Schmidt, presidente de la Federación de Productores de Fruta de Chile (Fedefruta), ese fenómeno responde a que los seguros se diseñaron originalmente para proteger cultivos tradicionales, cuyos valores (tanto el precio de la póliza como la cobertura) son claramente más bajos que en la fruticultura.
Navarro tiene un diagnóstico similar. Hasta 2015, el Estado subsidiaba un porcentaje variable del costo de las primas de seguro agrícola, con un tope de 80 UF por agricultor. Esos valores permitían dar cobertura a cultivos tradicionales, no así a los frutales, donde las pólizas son mucho más caras.
Ahora, el tope de 80 UF ya no se aplica por...
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