'Me casé con mi pasión' - 16 de Agosto de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 312162254

'Me casé con mi pasión'

A los 88 años y mente lúcida como acero -los cumplió el 15 de febrero-, en Roser Bru conviven el día a día y los recuerdos. Hay semanas en que unos sobrepasan a otros, tejiendo una enmarañada -pero voluntaria- red en su mente. Un entendimiento despejado, brillante, organizado: poblado por lugares y fechas, personajes y sentimientos que ella trama a su gusto, pero que jamás confunde.

Acercándose a los 90, esta pintora catalana y chilena, multipremiada, con casi un centenar de exposiciones en todo el mundo y presencia en museos de Nueva York, Barcelona, Río de Janeiro, Berlín y otras ciudades, no pierde el desparpajo. Aguerrida, batalladora en lo político sin perder el norte en su arte, mujer independiente, Roser y su geométrica melena oscura son marca distintiva en la pintura castellana. No sólo en América Latina: con su hablar catalán ("ya ves tú como Rilke tuvo razón: la infancia es la patria verdadera, por eso no pierdo mi acento barcelonés, aunque llevo 72 años en Chile") se pasea por el mundo con sus óleos, grabados, dibujos y libros. A donde va -su prestigio la precede- es respetada.

Y Roser, que a sus años siente que campea en la pre-muerte -como ella dice con humor negro-; Roser, que en el nuevo Taller 99 ocupa el trono de reina; Roser, que acumula nietos y bisnietos que hablan catalán; esta misma Roser cuelga sus pinceles por un rato y dice:

-Pero no creas que no me costó. Tantos exilios y tantos desarraigos marcan. Yo quise hacer familia muy joven. Y fue difícil.

Su matrimonio de decenios con el cofundador de Muebles Sur, Cristián Aguadé -padre de sus hijas Tessa y Agna-, llegó a su fin un buen día en que Roser, recuerda sin nostalgia, tomó las riendas de su vida. Con Aguadé, hijo de médico y pianista, y refugiado catalán llegado en los años 30 a Chile, se había casado antes de los veinte. Antiguos compañeros en el Instituto-Escola de Barcelona, un colegio artístico de vanguardia -donde había estudiado García Lorca antes de hacer su teatro La Barraca-, se reencontraron en Chile.

-Nos casamos en la iglesia de la Viñita. Él tenía 22 y yo 19. Nacieron nuestras hijas y yo, aunque nunca dejé de pintar y dibujar, les hacía la ropita, les tejía. También cocinaba aunque no me gustaba. Pero él tenía muchas novias y yo aguantaba, silenciosa, porque no quería que mis niñitas crecieran sin padre. Entonces, él, que subía mucho a Farellones y era un gran esquiador, tenía una novia tras otra y yo sabía. Había un refugio arriba que se llamaba...

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