La casa de los refugiados chilenos - 11 de Enero de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 835111761

La casa de los refugiados chilenos

-Me acuerdo de todo.Loreto Moreno, una especialista en sociolingüística y marketing de 54 años, era una niña cuando llegó con sus padres y sus dos hermanos menores a la pequeña estación de trenes de Tessonières, en el sur de Francia, pero sus primeras impresiones son indelebles.-Marie-France tenía un Peugeot station de tres corridas. Andaba con un moisés para su cuarto hijo que se amarraba al asiento. Nos subimos al auto y nos metimos por la campiña francesa.Era marzo de 1974 y los últimos meses en Chile no habían sido fáciles para la familia Moreno. El padre, Augusto, quien trabajaba en la Universidad Católica de Talca antes del golpe, había sido detenido dos veces. Loreto recuerda esas ausencias de varios días, su madre angustiada escuchando los bandos por la radio, el murmullo de las conversaciones de los adultos preocupados en la noche, que se iban a dormir sin sacarse la ropa. Recuerda también los insomnios que le provocaba la idea de que pudieran llevarse a su padre otra vez. Cuando finalmente decidieron irse de Chile, la familia partió equipada solo con dos maletas y 800 dólares.Por eso, quizá, este viaje al sur de Francia tenía aires de aventura.-Llegamos a una típica casona de campo en forma de U. Por un lado, estaban las habitaciones, luego había una capilla, y el lugar donde antiguamente se guardaban las carretas y ahora se estacionaban los autos. Había un horno de barro y un portón de fierro grande. Tuve la impresión de que llegábamos a un castillo.El "castillo" -en realidad, una casona de piedra de comienzos del siglo XIX- se llama Le Bosc y entre 1973 y 1981 fue el lugar al que llegaron decenas de refugiados chilenos que fueron acogidos por Marie-France y Manuel de Truchis, que habían vivido en Chile a fines de los 60.-Primero recibimos a nuestros amigos y conocidos, como los Moreno -cuenta Marie-France de Truchis-. Luego se acercaron otros chilenos que habían sabido de nuestra casa por terceros. Y al final, tomamos contacto con una organización llamada France Terre d'Asile, que nos pidió recibir a refugiados. Un cura amigo también nos mandó gente. Recibimos a solteros y familias, en total deben haber sido entre 30 y 40 personas que se quedaban a veces unas semanas; otras, meses.Es una mañana primaveral de octubre y Marie-France de Truchis, una mujer de pelo corto y anteojos gruesos que no aparenta sus 79 años, sonríe suavemente y habla con voz pausada. Está sentada en la terraza de la casa de Loreto Moreno en Vitacura, justo antes de que en el país comience el estallido social.Marie-France está de regreso en Chile por unos días junto a dos de sus hijos que nacieron aquí. Han pasado casi 50 años desde que ella y su marido, un agrónomo que trabajaba en una ONG de cooperación agrícola, se fueron de Chile en 1970, tras una estadía de cuatro años.-Me emociona haber vuelto -dice-. De todos los países en los que vivimos, Chile es donde mantuvimos más vínculos.Unos días más tarde, de regreso al departamento del Parque Forestal que arrendó para este viaje, Marie-France será testigo de las primeras escenas de violencia en el centro de la capital y tendrá que tomar resguardo para que las lacrimógenas no la alcancen. La crisis social, dice hoy, le pareció reveladora."Al llegar, noté cuán dividida está la población, con gente más vulnerable que no conoce a la de los barrios más acomodados...

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