Una carta de amor - 19 de Febrero de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 923485037

Una carta de amor

Detenerse demasiado en cuán autobiográfica es "The Fabelmans" puede ser algo ocioso en la medida que ello no la hace una mejor o peor película. Dicho de otra forma, si Steven Spielberg hubiera filmado una película estrictamente apegada a su propia biografía, eso no la haría una película valiosa por sí misma. De hecho, podría ser un bodrio. Si no lo es -y ciertamente no lo es-, se debe a que la cinta está cuidadosamente planteada y notablemente bien resuelta en dos ejes dramáticos, uno de los cuales resulta especialmente emotivo. En un primer plano tenemos a un niño, Sammy (Gabriel LaBelle), que desarrolla tempranamente una pasión incombustible por el cine y por hacer películas. Ese mismo niño ya adolescente descubre, editando una película casera que él mismo filmó, un secreto sobre su madre, a través de un recurso que Spielberg y su guionista, Tony Kushner, roban directa pero eficientemente de "Blow-Up" de Antonioni (que a su vez proviene de un cuento de Cortázar).Con esta revelación ante sus ojos, se establece, o más bien se acentúa, el segundo eje dramático de "The Fabelmans": la historia de cómo un hijo aprende a aceptar a su madre. Mitzi (Michelle Williams) es una pianista que ha renunciado a su carrera para criar a cuatro hijos y ser la señora de Burt (Paul Dano), un ingeniero que, a mediados de los años cincuenta, trabaja en la vanguardia de la naciente industria computacional. Que Mitzi haya renunciado a su carrera no significa, por supuesto, que haya podido renunciar a su temperamento: es sensible, voluble, inestable y vive en un constante debate entre la risa, la depresión y la gracia. Burt adora a su mujer, pero no parece comprender del todo la materia de que está hecha. De la misma manera que no comprende que el cine es mucho más que un hobby para su hijo. Mitzi, en cambio, comprende perfectamente el llamado, la vocación que este significa, porque ella lo vivió en carne propia, tal como lo ha vivido el tío Boris (Judd Hirsch), un domador de leones que pasa un día por la casa de los Fabelmans como una suerte de druida o espíritu salvaje, en una de las secuencias más delirantes y cómicas del cine de Spielberg. Aceptar a su madre, entonces, para Sammy, no es solo aceptar su temperamento inestable y su secreto, sino también las incertezas, la incomprensión y la...

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