La carretera fantasma - 21 de Agosto de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 647367665

La carretera fantasma

Pese a que hoy la Ruta 66 no se llama así (salvo en contados kilómetros), con otros nombres y otras formas persiste a lo largo de ocho estados gringos. Y aunque para recorrerla haya que seguirla con una guía y un buen mapa en la mano, miles de personas se lanzan todos los veranos boreales a recorrer los miles de kilómetros de caminos secundarios que son sus herederos. Se lanzan en autos, trailers, motos, casas rodantes; alojan en moteles baratos (y otros no tanto) y luego regresan a casa con el orgullo de haber recorrido el viejo camino.

La gran gracia de la ruta 66, de la que carecen las modernas autopistas, es que "entra" en los pueblos. Y entrando a un pueblo, ya hay gente. Gente que se puede conocer. En la autopista, en cambio, las únicas personas con las que es posible hablar es con los policías que están atentos a las infracciones de velocidad.

-Yo recorrí la sesenta y seis entera, muchas veces. Hasta llevé explosivos para los militares, bombas, y sin escolta. Tenía dos pistas apenas, después le pusieron cuatro, pero en Arizona y Nuevo México, en los sesenta, tenía dos -rememora Don (68), un camionero jubilado que se toma unas cervezas en un bar de Stroud, Oklahoma. Don tiene, sobre la mesa, a su guagua de pocos meses de edad ("a los sesenta años empecé de nuevo. Me casé y ahora tengo a esta guagua y a un chico de ocho años").

-Bueno, aquí en Stroud -continúa- hay un café, que ahora está cerrado, pero que es un café para camioneros desde los años cuarenta. Ahora no pasa nadie por aquí, pero antes la 66 era la única forma de llegar desde acá a Los Angeles.

Stroud, Oklahoma, es probablemente uno de los lugares más representativos de la ruta. En el bar -el único sobre la calle principal del pueblo, que resulta ser la Ruta 66-, Belinda sirve cervezas a los pocos parroquianos del lugar, Don, Chris y Tom. Chris es un maceteado tipo con tatuajes, que trabaja como obrero de la construcción, y que desde su pinta de gringo proclama que Oklahoma es territorio indio, man, y luego abraza a Tom, que resulta ser indio auténtico, apache, y se fotografían y Tom, al descubrir que está frente a chilenos, pregunta por la situación de los indios en Chile.

-El año pasado vino una delegación -explica Tom- a un congreso indio que hubo.

Frank Yellowhorse es indio también. Navajo. Es dueño de una empresa familiar dedicada a la venta de artesanías. Tiene su local en Arizona, apenas a un par de kilómetros con la frontera de Nuevo México. La tienda está en territorio de su reservación de manera que el señor Yellowhorse no paga absolutamente ningún impuesto. Tampoco debe dinero a los bancos. Dice que como los bancos discriminan a los indios, todo lo que tiene lo ha pagado de su bolsillo y de a poco.

-Pasan cosas extrañas cuando uno dice que vive junto a la Ruta 66. Acá cerca, cuando yo era joven, había un mono. Quién sabe cómo llegó hasta el desierto, pero aquí estaba. Tengo fotos con el mono. Muchos años después, en Sacramento (California) tenía un compañero de trabajo. Éramos...

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