La cárcel de los malditos - 12 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 624558374

La cárcel de los malditos

-La primera vez que entré fue una sensación de inseguridad increíble. Pensé que me podía pasar algo. Ves hombres con palos, con lanzas, con estoques en las manos, en las puertas de las galerías.

Roblero dice esto y también que hay que esperar al coronel Álvaro Concha, jefe de la Unidad, antes de cruzar al óvalo. Cuando llega, el coronel da algunos números. Dice que el Centro de Detención Preventiva Santiago Sur, también conocido como ex Penitenciaría, está compuesto por 8 galerías, 15 calles y 4 módulos. Que ahí trabajan 540 gendarmes que custodian a 4.950 internos. Y eso, si bien es mejor que los 7.168 que llegaron a estar encerrados ahí hace años, siguen siendo demasiados. La capacidad, dice Concha, es de 2.496.

Esa evidente sobrepoblación quedó clara en el informe que la ministra Romy Rutherford, de la Corte de Apelaciones, hizo público en febrero pasado. En el documento, Rutherford describió que por la situación de hacinamiento ahí había internos que dormían "casi apilados, unos sobre otros, en reducidos espacios, con nula ventilación y luz natural, en condiciones insalubres, con presencia de chinches y otros parásitos".

Por eso es que Roblero quería mostrar una galería. Eligió la 5, la primera que lo dejó entrar. Arriba muchos de los internos se escondían, se metían dentro de una de las 36 habitaciones que hay para los 128 que viven ahí, que en su mayoría se veían jóvenes. Menores de 30. Según Gendarmería, 65 por ciento de los internos de la ex Penitenciaría cumple condena por delitos de robo. Sus edades, aseguran, fluctúan entre los 18 y 25 años.

En la galería 5 había una fila de tazas de baño en la entrada. Todas juntas, sin separación.

-Ahora limpiaron porque venían ustedes. Pero los perkins duermen en el suelo -dice un gendarme.

Un perkins, en la jerarquía carcelaria, es el eslabón más débil. El tipo que, entre otras cosas, le hace el aseo al choro, el que manda en una galería, que generalmente está compuesta por grupos de las mismas comunas.

Rodrigo es uno de los pocos que no se esconden, pero no quiere decir su apellido. Está al lado de una mesa con un taladro, frente a un mural con la figura del Caballero Cruzado de la Universidad Católica. Rodrigo tiene 31, está preso desde los 20. Dice que fue por un robo con intimidación. Que lo hizo por falta de madurez, por falta de guía, de educación. Rodrigo solo llegó a cuarto básico. En estos 11 años, dice, completó su educación hasta segundo medio y aprendió a trabajar en madera. A hacer muebles. Lo dice tomando el taladro, recordando que lo más difícil de todo fueron los primeros seis años de presidio, porque entonces -y hasta hace dos años- el óvalo no estaba separado en tres por una reja, como ahora.

-Peleaban todos contra todos.

Cuando salga, Rodrigo quiere volver donde su familia que vive en La Florida, y seguir trabajando con madera. Porque, dice, vivir en la ex Penitenciaría es muy duro.

-¿Por el hacinamiento?

-Aquí no hay hacinamiento.

Después, Rodrigo dirá que quiere evitarse problemas. Que sale en siete meses.

Claudia Invernizzi conoce los códigos de la Peni. Es defensora penitenciaria desde hace cuatro años. La visita prácticamente todos los días.

-En algunas calles tienen que pagar para que no te echen. Conozco varios casos que me han contado que son bien dramáticos. En que la familia tiene que llevarles comida a los otros durante las visitas.

Un gendarme, que prefiere no dar su nombre, explica cómo funciona la...

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