Caravanas comerciales de Atacama surgieron al mismo tiempo que las de Medio Oriente - 23 de Mayo de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 679681749

Caravanas comerciales de Atacama surgieron al mismo tiempo que las de Medio Oriente

Los menores salían a recibirla y se integraban a ella al lado de los que llevaban los animales, también niños. "Llegaban a intercambiar sus productos a esta localidad, al interior de Iquique, desde el pueblo boliviano de Llica, al norte del salar de Uyuni", cuenta Luis Briones, uno de esos niños que hoy, como arqueólogo jubilado, asesora al museo municipal piqueño. "De las 20 llamas que venían en la tropa, 10 se vendían y sacrificaban para carne. Con el resto, los caravaneros regresaban cargados de harina, arroz y otras cosas que no tenían arriba en el altiplano. Esto todavía se podía ver acá en el norte hasta 1950, e incluso después", relata.

Su experiencia fue escuchada también hace un par de semanas por más de una cincuentena de investigadores chilenos, estadounidenses y europeos, que participaron en el primer encuentro de especialistas mundiales en caravanas, realizado justamente en Pica, un lugar estratégico para ellas desde tiempos inmemoriales. "Hay agua y forraje suficiente para las caravanas", explica.

Para políglotas

Las caravanas están asociadas a lugares desérticos, lo que no es raro, dice Daniela Valenzuela, arqueóloga de la U. Alberto Hurtado. "El desierto es el espacio ideal para las caravanas. Aparenta ser un área súper estéril, pero en realidad es un lugar que privilegia y potencia el movimiento. Allí confluyen desplazamientos de personas desde distintos lugares, porque es necesario atravesarlo para comunicarse".

Si bien la tradición se perdió en Chile , la arqueología ha revelado que las caravanas andinas son tan antiguas como las de Europa y Asia. En el caso sudamericano, la gente comenzó a hacer movimientos interzonales con apoyo de llamas entre 5 mil y 4 mil años atrás, estima el arqueólogo del Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto de la U. de Tarapacá, Calogero Santoro.

No cualquiera podía ser caravanero. "Tenía que ser gente que conociera mucho el medio geográfico, porque las posibilidades de agua y forraje en el desierto no son las mismas que en la zona central o sur", dice Briones. Incluso debió ser políglota, ya que debía tratar con comunidades que usaban distintos dialectos.

El dinero no existía, por lo que se recurría al trueque. Desde el altiplano llegaba coca, charqui, chuño, quínoa, cuero, lanas y tejidos, mientras que el aporte de los valles bajos y la costa consistía en cerámica, maíz, papa, ají, camote, fruta, pescado y mariscos secos. También comerciaban recursos exóticos, como conchas, cuero...

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