Capítulo XXXXV. El verdadero significado del disidente. Una postulación crítica desde la tan ansiada legitimidad - Tratado de derecho penal constitucional aplicado - Libros y Revistas - VLEX 1026885722

Capítulo XXXXV. El verdadero significado del disidente. Una postulación crítica desde la tan ansiada legitimidad

AutorJosé Sebastián Cornejo Aguiar, Jorge Isaac Torres Manrique
Páginas424-425
424
JOSÉ SEBASTIÁN CORNEJO AGUIAR / JORGE ISAAC TORRES MANRIQUE
CAPÍTULO XXXXV
EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL DISIDENTE.
UNA POSTULACIÓN CRÍTICA DESDE LA TAN
ANSIADA LEGITIMIDAD
JORGE ISAAC TORRES MANRIQUE
Antes de abordar la presente entrega, resulta imperioso definir el signifi-
cado de disidencia. Así tenemos que la Real Academia Española, señala: «Ac-
ción y efecto de disidir. Grave desacuerd o de opiniones».
Además, lo propio del termino desidente. Ergo, es de verse que: «Disiden-
te es quien diside. Disidir, por su parte, es separarse de una doctrina, creencia
o conducta común. El concepto suele utilizarse con connotación política para
nombrar a la persona que decide separarse de la comunidad o del partido del
que formaba parte».
Sin embargo, consideramos que el significado del disidente no comulga
necesariamente desde la óptica de las consideraciones expuestas. De otro modo,
tendríamos que aceptar que solamente podrían acceder a tal calidad, por ejem-
plo: quienes cambian de política partidaria por el simple hecho de hacerlo, los
tránsfugas, los saltinbanquis, los meros opositores, los terroristas, entre otros;
y así también los justos luchadores en contraposición del régimen impuesto
que d esinstitucionaliza, corrompe y abusa en grado sumo. Así, todo en un
mismo saco.
Ergo, no creemos que el disidente sea aquel que se opone por oponerse, el
que cultiva el penoso como irreflexivo: «no, porque no», el insatisfecho, el
engreído, entre otros.
En ese orden de inteligencia, sostenemos que la acepción del disidente
abraza una motivación más bien, elevada, trascendente, plausible, épica, jus-
ta. La naturaleza del mismo se encuentra alejada extrapoladamente de las
antes dichas. Por ende, no comulga con interés mundano a lguno.
Seguidamente, mencionar que somos comunes como recurrentes testigos,
de los atropellos y abusos que se cometen en no pocos Estados totalitarios del
orbe. Lo curioso (por decir lo menos), es que lo referido es protagonizado por
los respectivos gobiernos de turno, los que más bien deberían encontrarse
haciendo todo lo contrario.

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