La capital desintegrada de Alejandra Celedón
Durante la inauguración de la Bienal en Venecia, esta arquitecta nacida el mismo año que la nueva periferia capitalina, se sacó la tierra de encima y le mostró a la intelligenzia de la arquitectura su instalación, que también incluye testimonios de algunos pobladores que en ese acto se volvieron propietarios. Luego, vinieron los Aperol. Y también los halagos de la crítica especializada, la visita del célebre arquitecto suizo Peter Zumthor y la del influyente historiador inglés Anthony Vidler."No quiero que se hable más de mí como la niña de la Bienal", dice ahora frente a una taza de cartón con cappuccino. En su escritorio no hay reglas ni compases. Reinan libros de Roland Barthes, Walter Benjamin y de grandes ensayistas en arquitectura como Robin Evans o Alan Colquhoun. Su biografía académica da cuenta de años sumida en esa zona árida que es la teoría de la arquitectura y el estudio de la planta, primero en la Universidad de Chile y luego en Londres, donde hizo un Magíster en Estudios de Arquitectura Avanzada en The Bartlett School of Architecture y un PhD en The Architectural Association School of Architecture.Parte del extenso clan de los Celedón (Jaime Celedón era hermano de su abuelo), Alejandra es hija de un padre no arquitecto que "siempre estaba construyendo algo con las manos" y de una madre demócrata cristiana y asistente social."No vengo de la aristocracia chilena. Políticamente, mi familia es bien dividida. Mi mamá iba a todas las poblaciones de la periferia. En mi casa había una carga con relación a la ciudad. No sé si yo tenga una causa de izquierda profunda, pero sí una duda irresuelta".-¿Por qué dedicarse a la teoría y no a la práctica de la arquitectura?-Siempre me ha parecido algo vacía la arquitectura en sí misma. Me interesa relacionarla con la memoria, la ciudad y la política. Yo trabajé para Juan Sabbagh (premio nacional) dibujando piecitas de acero con vidrio, hice lo que hace un arquitecto. Luego tuve un pasado urbanista, pero vi que las respuestas no eran suficientes, me parecían aprendidas, de receta. Ahí me di cuenta de que prefería ir más profundamente, y me especialicé en teoría e historia porque eso me permitía cuestionar más desde atrás.-¿Para qué sirven las bienales? Quiero decir, ¿dónde termina tanto intercambio de ideas?-Lo de la Bienal de Venecia puede sonar hermético, pero es una instancia válida en que la arquitectura se piensa a sí misma. Por otro lado, no creo que la teoría y la historia estén desconectadas de la realidad: no solo dan espacios para cuestionar ideas, sino que además son capaces de construir debates, movimientos y eventualmente proyectos. Desconocer la historia es como estar inventando la...
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