Los caminos de la despampanante Andalucía - 18 de Abril de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 864343240

Los caminos de la despampanante Andalucía

E l estereotipo de España es, para el nórdico palurdo, el de una "danzaora" apretadita dentro de su traje rojo como la grana, y con las piernitas metidas en, digamos, un oleaje de vuelos y ondas que ella menea con sabios pasos, zapateos y taconeos, mientras la parte superior del soma la tuerce, contonea y enreda en giros de brazos y filigranas de dedos y pestañazos, y arrestos de encendida e incontrolable pasión, con flor tamaña sobre la oreja, cuando no entre las pintadísimas fauces.Nada, Madame. Eso es propio de los gitanos de Andalucía, del flamenco y "cante jondo" y demás, que representa una incrustación harto exótica en el cuerpo hispánico. Porque la españolita bailante realmente española va enfundada en varias faldas y delantalitos, con chales recamados y fajas, y con sombreros y tocas de origen y gusto medieval, que se mueve al son de músicas de lo más recatadas. La jota es, quizá, de lo más movido y espectacular que se puede esperar de una señorita de ésas, que cantan y bailan con no más gracia y espectáculo que una chilota.Después de esas ciudades de inmensas piedras, muchas veces grises, de pasado castrense, severo y enjuto, nos descolgamos, en nuestro fiel Austin, al mundo despampanante de la Andalucía incomprensible y encantadora. Y pasamos de las callejas oscuras del medioevo hispánico, de olores añejos cuando no vitandos, a las callejuelas blancas, limpias, enfloradas y sonrientes del sur. De la cocina de cocidos universales, donde la severidad de la cocción en agua es redimida por la enorme cantidad de ingredientes, a una cocina de fritos y sopas heladas y liviandades marinas y cardúmenes de pescaditos ahogados en aceite hirviendo y chisporroteante. Y del vino capitoso y corpulento, a los jarros de vinillos aromatizados con naranjas y refrescados con hielo.Para nosotros mismos sigue siendo un verdadero misterio por qué, saliendo de Toledo hacia el sur, se nos ocurrió, a medio camino, desviarnos hacia la izquierda, hacia Ciudad Real , en vez de seguir derecho hasta Jaén y Granada. El caso es que llegamos a Ciudad Real, atraídos quizá por el nombre; pero a pesar de que estábamos a fines de septiembre, el calor era de los más atroces que nos han tocado jamás. Habíamos comprado, en una "venta" de orillas del camino (de ésas donde recalaba don Quijote), un botijo de greda para -nos aconsejaron- conservar bien fresca el agua. Sólo que no nos dijeron que hay que poner esas botijas sobre un plato hondito, porque "transpiran", dejando atravesar el agua por sus paredes porosas, que es el proceso por el que...

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