El otro camino inca hasta Machu Picchu - 10 de Junio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 727713337

El otro camino inca hasta Machu Picchu

Escuché hablar de esta ruta hace 13 años. Entrevistado por esta revista, un destacado guía peruano que había recorrido los Andes por años hablaba de esa caminata como "la" gran aventura que podía vivirse si uno quería llegar a Machu Picchu por una ruta diferente y desconocida.

Cuatro años antes había hecho el clásico Camino del Inca hasta la ciudadela de piedra, una marcha de cuatro días que, si bien ya era conocida, todavía no estaba tan llena de gente como ahora, donde incluso hay que reservar con varios meses de anticipación para tener un cupo. Fue una experiencia memorable: nunca he olvidado la dura subida del tercer día de trekking, que me obligó a ir gateando en algunos tramos, ni la tormenta que nos atacó en la última jornada, justo cuando llegábamos a Machu Picchu. Tampoco he olvidado a los gringos que iban con nosotros, alejados hacía mucho de cualquier ducha y con un notable desprecio por la comida que les servían los guías. "This soup taste like shit¡", les decían en la cara.

Cuando supe que iría nuevamente a Machu Picchu, ahora por trabajo -debía escribir un reportaje para este revista- y por una ruta nueva, que pasaba primero por Choquequirao, una enorme ciudadela inca situada a 3.050 metros de altura sobre el valle del río Apurimac y que recién se estaba abriendo al turismo, pensé que el esfuerzo sería similar.

En el Camino Inca tradicional había visto cómo gente con mucho menos estado físico que yo lograba llegaba al final, por más horas extras que eso les demandara. O sea, si decían que la nueva ruta, conocida como Choquequirao-Machu Picchu Trek, era más dura y en vez de cuatro días a pie requeriría nueve, no me preocupé. Estaba bien: podía sufrir un poco, pero igual llegaría al final. Aunque fuese algo más tarde que el resto cada día.

¿Qué tan distinto podía ser?

Lo fue. Tan distinto y tan duro que, cuando terminé la caminata, después de esos nueve días a pie, con jornadas de hasta 10 horas que comenzaban a 1.500 metros de altura, para luego subir hasta 3.000 o 4.000 metros y bajar otra vez a los 1.500, me convencí de que nunca la volvería repetir.

Okey: había sido una experiencia notable, había visto paisajes espectaculares, pero la fatiga y el sufrimiento en ciertos tramos habían sido tan intensos que, poniendo todo en la balanza, elegiría quedarme con el recuerdo.

Aunque puede sonar cliché, una aventuracomo ésta realmente deja escenas y personas que, aunque pasen los años, difícilmente se olvidan. Si tengo que...

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