Cambiar de nombre - 25 de Julio de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 873319160

Cambiar de nombre

Hay cosas que revelan un estado de las costumbres -o una tontería ambiente- contra el cual es imprescindible rebelarse.Es lo que acaba de ocurrir con el cambio de nombre de una golosina. Se llamaba "negrita" y ahora se prefiere llamarla "chokita".Por supuesto, los biempensantes (suelen coincidir con los ignorantes) aplaudirán sin más ese tipo de medidas sin darse cuenta, ni menos comprender, su significación inconsciente y, lo que es peor, sin advertir los costos que su justificación supone para la vida pública.Desde luego, ese cambio de nombre recuerda a los consumidores la connotación que se dice querer abandonar. Y así en lugar de evitar la sexualización de esa golosina, la subraya, del mismo modo que decir "pasado de peso" no evita el maltrato a los gordos, sino que es una forma cortés de humillarlos. Pero lo que es más alarmante es que ese tipo de medidas cuando se aceptan sin ánimo crítico (y se las aplaude sin más con argumentos del tipo que con ella aumenta la igualdad y se evita el abuso, etcétera) acaban promoviendo otras formas de control del discurso menos pintorescas y tontas que las de este caso; pero mucho más peligrosas.Porque a la hora de evitar que el discurso dañe a la gente, se puede llegar a extremos que parecen absurdos pero que ya están ocurriendo.Veamos.En una sociedad plural, como todo el mundo sabe, conviven muy diversas formas de vida, cada una de las cuales piensa que los rasgos que la constituyen son valiosos y dignos de estima. Los descendientes de emigrantes piensan que su comida es la mejor y la enseñan a sus hijos para que eso que disfrutan como delicia no se pierda (los nativos en cambio suelen encontrarla un asco); los creyentes de esta o aquella confesión piensan que este o aquel gesto es ofensivo para el Dios que atesoran (los no creyentes en tanto suelen pensar que se trata de una superstición); los miembros de un pueblo originario están convencidos de que su idea del cosmos vale lo mismo que la que imaginaron Newton o Einstein (aunque los físicos saben que no); los veganos creen que han descubierto una forma de eternidad consumiendo verduras (aunque es probable, dirá el nutricionista, que padezcan a poco andar déficit alimentario); los ciclistas piensan que pedalear es una forma de rebelarse moralmente contra la técnica que asola la naturaleza (olvidando la obviedad de que la bicicleta es una técnica y no brota como los árboles), y así. Cada forma de vida, la heredada y la elegida, presume sinceramente...

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