Las callecitas de POPAYÁN - 30 de Mayo de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 868528742

Las callecitas de POPAYÁN

A penas bajamos del avioncito en Cali, llegó un taxi a buscarnos casi al pie de la escalerilla y emprendimos viaje a Popayán. La humedad cedía a medida que íbamos subiendo a los montes. Pero lo que verdaderamente nos impedía respirar a gusto era la velocidad indescriptible a que viajábamos: promedio no menor de 150 kilómetros por hora, por un camino bueno y ancho, pero con subidas y curvas. El chofer adelantaba preferentemente donde quiera que estuviera prohibido. No nos quedó más que abandonarnos a nuestro destino. Veíamos volar como flechas paisajes verdes y arbolados y pelotones de soldados apostados en diversos cruces, sin que alcanzáramos a darnos cuenta de qué hacían por allí.En Popayán, ya instalados en el hotel La Plazuela , a una cuadra de la plaza mayor (vieja casa de tres patios, flanqueados por arcos y corredores en primero y segundo piso, con grandes macetas de helechos que colgaban como si aquello fuera Babilonia) y con un vaso de lulada bien fresca en la mano, fuimos enrostrados por unos anfitriones amables pero furiosos: que cómo habíamos permitido que se nos hubiera traído por tierra desde Cali, corriendo mil peligros de velocidades inauditas y de secuestros por los ejércitos revolucionarios que asolaban la región... En fin, les agradecimos la preocupación y dimos igualmente gracias de haber ignorado el peligro de rapto que se había añadido al de la velocidad: el temerario chofer aquél había querido ahorrarnos caer en manos enemigas, cosa que hubiera alterado el programa de la visita pero le hubiera añadido su no sé qué al viaje. La lulada, antes de pasar a otras cosas, es un jugo de lulo, fruta tropical indescriptible y agridulce, con la que se hace refrescos y helados muy, muy agradables.Ya repuestos, salimos a recorrer esta ciudad entera encalada, con viejas tejas color... teja, con calles dispuestas en damero, de acuerdo con el plan que para las ciudades americanas dispuso Felipe II, según una concepción de utopía (América había de ser la utopía de Europa) que evitaba el laberinto y confusión de las viejas ciudades europeas. Aquí había de imperar la simetría de una colmena, gloria de geometría, belleza y perspectiva. De modo que cuando Usía vaya, a la caída de la tarde, viajando al poniente por la santiaguina calle Catedral y le dé el sol en los ojos, sepa que va avanzando por un damero, que Felipe II consideraba el plano ideal. Pero, claro, ese trazado era para caminar o para ir en calesa o cosa parecida, no detrás de un manubrio cuyo gobierno el deslumbre del sol hace tan irritante y peligroso.La blancura de las paredes payanesas nos...

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