La caída de Brasil - 2 de Enero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 590903146

La caída de Brasil

El 16 de diciembre Fitch fue la segunda de las tres principales agencias de clasificación crediticia que disminuyó de categoría la deuda de Brasil hasta un nivel paupérrimo. Días más tarde, Joaquim Levy, el ministro de Hacienda que designó la Presidenta Dilma Rousseff para estabilizar las finanzas públicas, se fue desesperanzado después de estar menos de un año en el cargo. Se predice que la economía de Brasil se contraerá en 2,5 a 3% en 2016, no mucho menos de lo que se redujo en 2015. Incluso Rusia, rico en petróleo y atormentado por las sanciones, espera un mejor rendimiento. Al mismo tiempo, la coalición gobernante ha caído en el descrédito debido a un escándalo de sobornos gigantesco que involucra a la petrolera estatal Petrobras. Y Rousseff, acusada de ocultar la envergadura del déficit presupuestario, enfrenta un juicio político en el Congreso.

Como uno de los BRICS (Brasil, Rusia, India y Sudáfrica), se supone que Brasil está a la vanguardia de las economías emergentes de rápido crecimiento. En cambio enfrenta una disfunción política y quizás una vuelta a una inflación desenfrenada. Solo algunas decisiones difíciles pueden lograr que Brasil retome su curso. Rousseff no parece tener el deseo de tomarlas.

El sufrimiento de Brasil, como el de otras economías emergentes, proviene en parte de la caída en los precios mundiales de las materias primas. Pero Rousseff y su Partido de los Trabajadores (PT) empeoraron una situación que ya era mala. Durante su primer período, de 2011 a 2014, ella gastó en forma desmedida y poco prudente en pensiones más altas y exenciones tributarias para ciertas industrias preferidas. El déficit fiscal aumentó del 2% del PIB en 2010 al 10% en 2015.

Aquellos que tienen a su cargo el manejo de la crisis no se pueden dar el lujo de esperar tiempos mejores para empezar una reforma. Puesto que alcanza el 70% del PIB, la deuda pública es preocupantemente grande para un país de ingresos medios y está creciendo rápidamente. Debido a las altas tasas de interés, el costo de servirla es un aplastante 7% del PIB. El Banco Central no puede utilizar fácilmente la política monetaria para combatir la inflación, la que llega actualmente al 10,5%, porque las tasas más altas corren el riesgo de desestabilizar las finanzas públicas incluso más al aumentar la cuantía de los intereses. Brasil, en consecuencia, tiene pocas alternativas, excepto subir los impuestos y reducir el gasto.

Levy hizo un intento valeroso por renovar la...

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