Los buenos muchachos - 16 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 524243338

Los buenos muchachos

Eso es un credo.

Es una prueba atlética, un partido de tenis o un encuentro de fútbol.

Es algo que parte, termina y listo.

Es un sándwich de pernil, en el estadio Santa Laura.

O un café terroso y de máquina portátil, en cualquier estadio.

Es algo que como viene se va y no hay más historias.

Y quizá por eso entre los periodistas deportivos abundan los escépticos, cascarrabias y cínicos; también los tristes, melancólicos y aquellos que ya no creen en nada y su única fe está depositada en lo que se mueve, vuela y es redondo: la pelotita.

En Chile, a los periodistas deportivos se les miró en menos durante décadas.

Especialmente dentro de la profesión.

Desde luego los colegas de política, nacional, economía, internacional y no digamos los de cultura que, a su vez, eran mirados en menos por todos los anteriores.

En las casetas frías y congeladas de los viejos estadios, donde un vaso plástico con café era un tesoro y la mechada palta una razón de existir.

Entre baños marchitos e inundados, pasillos descascarados y camarines con olores intensos y ácidos. Pisando las vendas, pateando un protector genital y con grabadora portátil y un micrófono como la mona.

Y adelante ustedes y ustedes no escuchan, Dios mío.

Viajando en los móviles, es decir, en taxis abollados, ajenos y arrugados pero cumplidores. O en radiotaxis o en autos de alquiler y siempre el móvil y el móvil y toda una vida llamando al móvil.

Y el partido terminó hace una hora, tengo que irme a despachar y el móvil no llega.

Corriendo con el micrófono alámbrico. Enredándose con el inalámbrico.

En bus hacia Talca y La Serena. En avión hacia las ciudades de Calama y Puerto Montt.

Los periodistas deportivos tienen un pasado en común que se extiende por tantos viajes por América Latina, siguiendo Mundiales y copas Libertadores o Sudamericanas, con el tiempo justo y la plata necesaria.

La generación dominante navega entre los 45 y 60 años, y llegaron a la profesión cuando aún existía el Far West en los estadios, tribunas y camarines, pero también entre los dirigentes con vocación de terrateniente y patrón, algo que nunca se acaba. El ferrocarril y los pueblos estaban en obras y había un gran territorio por conquistar.

Fue una evolución.

Al comienzo de los tiempos estaban los llamados sabandijas, esos antiguos puestos de cancha, pegados a las redes y detrás de los arcos con los cables como bufanda y tiritando de calor o frío.

Ahora son comentaristas, editores, conductores, productores...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR