El borroso derrotero del patrimonio artístico jesuita - 11 de Septiembre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 648779949

El borroso derrotero del patrimonio artístico jesuita

Y para intentar recuperar el itinerario difuso que el patrimonio jesuita siguió, no queda más que partir retrocediendo 249 años y reconstituir lo vivido el 26 de agosto de 1767 en nuestro país, como lo hizo el padre Walter Hanisch, en su "Historia de la Compañía de Jesús en Chile" (1974).

"A las tres de la mañana fue el funesto arresto de los padres jesuitas. En todo el país se procedió igual y a la hora señalada se rodearon las casas militarmente", relata Hanisch. De ahí, tras la determinación de Carlos III, todos los bienes de la orden pasaron a pertenecerle a la Corona Española. Y hoy, René Cortínez, encargado del archivo de la Compañía de Jesús, comenta: "Fue una operación de inteligencia hoy digna de estudio. Ocurrió en todos los países a la misma hora, y se hicieron inventarios exhaustivos de lo existente. No solo de los objetos de oro y plata, y de las figuras religiosas, también del azúcar, del trigo; de todo lo que había. A través de esos escritos, que se conservan en el capítulo jesuita del Archivo Nacional y hablan de lo ocurrido en América, se podría tratar de pesquisar qué estatuas e imágenes poseían ahí las iglesias".

Eso, porque actualmente no existe un catastro completo de lo que permaneció en territorio nacional -tanto en templos, como en museos y en casas particulares-, que vaya más allá de los trabajos del padre Hanisch y de Eugenio Pereira, que publicó "Historia del arte en el reino de Chile", en 1965. Pero el escaso control producto de la expulsión, se agudizó -recuerda Cortínez- por dos hechos. El primero: la supresión de la orden entre 1773 y 1816, año en que Pío VII la restablece. El otro, ocurrido con el retorno de los jesuitas a Chile, en 1814, "fue que, a diferencia de otros países de América y Europa, aquí no se les restituyó ningún bien, ni un papel".

Sin embargo, la excepción -determinada por testamento- fue la recuperación de la iglesia y la hacienda de Calera de Tango, que los jesuitas habían comprado a los padres mercedarios en 1685, y que pronto se transformó, con la llegada de coadjutores alemanes, en el epicentro de la producción artística e industrial de la Compañía en Chile.

¿Qué pasó con dicho patrimonio tras la expulsión? Tal como rememora Hanisch, en una primera etapa, se reasignó a las más diversas iglesias. "Y en la actualidad, las obras están totalmente dispersas", dice el historiador Fernando Guzmán, profesor de la U. Adolfo Ibáñez e incansable estudioso del arte de la Compañía. Y profundiza: "La...

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