Bombas en Santiago - 28 de Julio de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 800653609

Bombas en Santiago

Los bombazos que ha habido en Santiago -bombas disfrazadas de cartas, de encomiendas- son, no vale la pena ocultarlo, intentos de infundir temor indiscriminado: el anuncio de un mal que no se sabe cómo y cuándo ocurrirá de nuevo y que no se sabe de qué forma evitar.A eso en cualquier parte se le llama terrorismo.Pero el terrorismo tiene dos versiones.Hay el terrorismo como arma indispensable de la acción política, un intento de torcer por el miedo la voluntad ajena a la que no se logra persuadir o derrotar por los votos. Un buen ejemplo es el de Trotsky: quien renuncia en principio a la intimidación y el miedo como arma de acción política -enseñaba-, en verdad renuncia a que el proletariado pueda triunfar. Allí la intimidación por el miedo es un instrumento para alcanzar un fin que se estima valioso.Y hay el terrorismo puramente nihilista (puramente, porque el otro también es nihilista en algún sentido). En este último se persigue mostrar que los valores que las instituciones proclaman son disfraces de la nada, una nada que irrumpiría y quedaría al descubierto con el estallido de la bomba. Aquí la bomba no persigue castigar la injusticia, sino la impostura, la pretensión de que hay algo que vale.De esas dos formas de terrorismo, la primera es más fácil de tratar. Y es más fácil porque es más racional, para él existe el "asesinato lógico" (la expresión la acuñó Camus). En efecto, para este tipo de terrorismo, el bombazo o el atentado no es un fin en sí mismo, sino que se trata de un medio a veces indispensable para lograr este o aquel propósito. Por lo mismo, sus víctimas inmediatas (inmediatas, porque a través suyo las víctimas invadidas por el miedo acaban siendo todos) son identificables y predecibles.La segunda forma de terrorismo, en cambio, el de inspiración puramente nihilista, carece de racionalidad instrumental. En vez de ser instrumental, este terrorismo es puramente expresivo. El bombazo, la herida sorpresiva, el humo y el miedo son lo que este tipo de terrorista busca en sí mismo, de manera que lo que prima al decidir el atentado no es la víctima, sino el escenario. Él piensa que lo que se llama realidad es una muralla construida de falsos valores, ilusiones y engaños, un tapiz engañoso y estúpido detrás del cual no hay nada, salvo un simple vacío que muestra la futilidad de las instituciones. Y la bomba lograría romper, siquiera por momentos, esa muralla, rasgar ese tapiz, y hacer que la nada que rodearía esa muralla o que el...

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