BLENDITOS - 4 de Diciembre de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 878778876

BLENDITOS

En Fuegos de Apalta , el restaurante de Francis Mallmann en Santa Cruz, la gente le dice al famoso chef -fácil de reconocer por su clásica boina, corbatín al cuello y blanco delantal- que si se pueden tomar una foto con él, que viajaron desde lejos para estar con él, que nunca habían probado una betarraga tan rica como la de él.Por cierto, estar con Francis Mallmann, en Fuegos de Apalta, es como estar con Micky Mouse en Disney. La gente lo quiere ver. Incluso tocar. Si Mallmann se cocinara a sí mismo, nadie se negaría a probar su pantagruélica sopa. Y cómo no, si Mallmann, el señor Netflix, el del comercial del supermercado, el que asa carnes (+ zapallos, choclos, habas, arvejitas y todo lo demás) es como un DJ super star que acaba de llegar desde Berlín.A la hora del almuerzo, al lugar llega también Aurelio Montes, el creador de la viña que alberga al restaurante y audaz impulsor de la vitivinicultura chilena en Napa y Mendoza. Fue en esta última ciudad donde el propio Montes creó Bodega Kaikén (2002), una pujante viña (100% propiedad del grupo chileno) que ya suma 200 hectáreas de viñedos y vende dos millones de botellas al año para el segmento alto.Aurelio, por cierto, no es menos rockstar . Basta saber que él mismo pilotea el helicóptero en el que va de una reunión a otra (escuchando a Rod Stewart) y, de regreso del aeródromo, toma la scooter BMW en la que acostumbra moverse desde su casa a cualquier lugar.La historia es más o menos así: decididos a innovar, en Kaikén contactaron a Mallmann y le propusieron desarrollar un vino para el sector medio; un blend plus que sumara, en justa proporción, lo mejor de la viña.-Un vino -explica Aurelio, ya sentado a la mesa- que sin duda llamará la atención. Un vino más juvenil y disruptivo, por lo que lo obvio era hacerlo con Francis Mallmann, célebre por su gastronomía distinta y diferente.Se cierra el círculo. Unos años atrás, luego que El Mercurio publicara una entrevista a Mallmann en la que el chef revelaba que, tras pasear diez días con un norteamericano en Colchagua (a quien le cocinaba todos los días), le encantaría hacer algo cerca de Santa Cruz.-Fue amor a primera vista -dice hoy Mallmann, quien pronto fue contactado por el equipo de la viña y le propusieron inaugurar un restaurante en Chile.Ahora es el turno de un vino redondo (quién sabe qué dirá Pato Tapia) que está en el centro de la mesa mientras hablan los comensales. Ahí Mallmann, fanático de Mahler y asiduo lector de la poeta rusa Anna Ajmátova. Allá Montes, amante de Vivaldi. Y, estos días, lector de la historia del Pacífico durante la II Guerra.-¿Por qué le pusieron Disobedience al vino?- Mallmann : Cuando me preguntaron cuál debía ser el nombre salió lo de Disobedience. Para mí, comer nunca ha tenido que ver con la armonía, sino con la contradicción. No creo en la armonía...

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