El bibliotecario que vive en el frío - 29 de Octubre de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 913456597

El bibliotecario que vive en el frío

Son las 7:30 de la mañana de un día de agosto, la temperatura es de 3 grados, nieva levemente en Villa Cerro Castillo, en la Región de Aysén, y Omar Troncoso España, de 45 años, desayuna en soledad. Para salir de su casa abre un estrecho portón de madera que le llega a la altura de los ojos y camina poco más de cinco minutos, el equivalente a tres cuadras, hasta la biblioteca municipal. A las 8:30 de la mañana, vistiendo un chaleco de lana sobre una camisa a cuadros, se arrodilla frente a la estufa de leña, comprueba que el fuego está encendido y observa en silencio la pequeña biblioteca de casi 40 metros cuadrados. Todo está listo para recibir a los lectores.Son las 10 y todavía no entra nadie por la puerta, pero si alguien entrara, piensa Omar, y pidiera un libro, él sabría exactamente dónde está, lo recordaría por su tamaño y color. Mientras tanto, para aprovechar el tiempo, lee. "Hoy no ha venido nadie a por libros", comenta a mediodía.El encargado de la biblioteca pública Calafate del Sur vuelve a su casa por la noche. Un cuarto para las 6 de la tarde estaba pensando en lo que iba a cocinar. "Fideos, mariscos, mantequilla, un diente de ajo finamente picado, ay, creo que eso voy a hacer luego", dice. Y cuando faltan 15 minutos para las 9 de la noche, el plato está listo, con un toque de ralladura de limón y perejil fresco. Leo, su gato, lo observa sentado en el sofá, mientras Omar se imagina acompañado de una mujer interesante, alguien a quien pueda conquistar con sus recetas.Adiós a la vida ruralOmar creció a unos 35 km de Villa Cerro Castillo y estudió en la escuela básica E-37, que hoy es el Liceo Bicentenario Rural Cerro Castillo. En esos años cazaba liebres con su hermano, las vendía y así compraban cosas, como libros, por ejemplo.Fue su padre quien le inculcó el amor por la lectura. Años antes de que su hijo trabajara en la biblioteca, al poco tiempo de inaugurada, lo premiaron porque fue quien pidió más libros, recuerda Omar. "Nunca fue a la escuela, aprendió a leer en casa y tenía una forma muy espectacular de hacerlo. No sé dónde aprendió a interpretar los signos de exclamación y a leer así en voz alta. Era muy genial", dice. Y recuerda uno de los libros que más les leía su padre, la novela épica Adiós al séptimo de línea , del chileno Jorge Inostrosa.A pesar de la admiración que sentía por él o la cercanía que tenía con su familia, un día, mientras estaba en el liceo, pensó: "Nunca abrazo a nadie". Se dio cuenta de que, al...

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