La Biblioteca de Santiago, a diez años - 18 de Julio de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 578434418

La Biblioteca de Santiago, a diez años

No era un desafío menor tratar de humanizar una obra que había nacido en tiempos de la supremacía estatal, cuando lo público aspiraba a exhibirse con un poder total sobre el ciudadano, aplastante.

Su magnitud y dureza formal corresponden a esa épica del Estado centralizado y todopoderoso, el que tuvo su apogeo hacia los años 30, el que supuestamente se hacía cargo de resolverle la vida a un ser humano que, como anticiparon varios ensayos y novelas, tenía que entregar su alma -libertaria- con tal de tener resueltas sus necesidades fundamentales de vivienda, educación y salud. No es coincidencia que corresponda al primer gobierno del general Carlos Ibáñez del Campo, el dictatorial de 1927-1931; un dictador como él y el soviet soviético compartían la misma lógica. Ibáñez es el mismo de la nueva Viña del Mar; el Estado también se hacía cargo de crear balnearios para las vacaciones de la creciente clase media, mucha de ella trabajadora de la formidable burocracia pública.

Este edificio fue un símbolo de la inteligencia superior de la cultura colectivista, el que, como modelo de un accionar racional y sistemático, creó en 1928 esta Dirección de Aprovisionamiento del Estado para que la adquisición de bienes y materiales de todas las reparticiones públicas se centralizaran. Parecía sensato, era más eficiente, y uno bien puede imaginar el orgullo ciudadano ante ese avance reflejado en estas enormes bodegas. Es más, la DAE se encargaría de sistematizar los principales bienes necesarios en las oficinas, estandarizándolos, lo que promovió una modernización industrial que redujo precios. También es la época de los grandes talleres en las cárceles...

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