El basurero que cocina delicioso - 15 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 543892870

El basurero que cocina delicioso

-¿Viste? Recojo puras cosas buenas, de marca, impecables. Hay que hacer lucas. Todo se vende. Yo te vendo hasta las piedras pintadas.

Le preguntan por el precio del bolso Puma. "Seis luquitas, papi. Véalo, nomás. Ese bolso todavía está en la tienda". Le preguntan por la bici sin sillín ni pedales. "En cinco se la dejo. La manda a arreglar y le queda la media nave".

Desde que empezó el programa, Ignacio está grabando de lunes a viernes en el canal durante el día. A las 6 y media de la tarde va a su trabajo como recolector y llega a su casa a las 2, 3 o 4 de la madrugada, dependiendo del volumen de pega y de la energía que tengan él y los otros dos pionetas que van en el camión. Los sábados y domingos viene a esta feria a vender lo que encuentra en buen estado, incluso ahora que está lesionado y lleva una férula tipo bota que le inmoviliza la pierna izquierda desde el muslo a la rodilla. "Un mal movimiento, una tontera. !Y eso que ya había terminado mi pega en la basura¡", explica. Varios lo saludan a lo lejos: "!Buena, Nacho¡". Se sienta un rato a la sombra, en el piso, para mantener la pierna estirada y mientras toma una cerveza, empieza a hojear tres revistas de cocina. También anda con un libro anillado y antiguo de su abuela materna, que contiene varias recetas de campo.

Buena mano para la cocina: hasta ahora todos los platos que ha preparado para el programa han llamado la atención del jurado. Buena mano accidentada: también tiene una férula puesta. Se dobló el dedo cuando se afirmó al caerse por el esguince de rodilla. En la palma izquierda se dibuja una cicatriz, una línea delgada y blanca, que le quedó después de que alguien tirara vidrios de botella en una bolsa de basura que él tuvo la mala suerte de recoger.

El pirata y la micro

Ignacio creció en Recoleta. Todos juntos y revueltos en la casa de su abuela materna -la "Mami Tota", le dice él-, sus cuatro hijas, más de diez primos, él y sus tres hermanos menores. Era un niño desordenado, inquieto, aunque de buenas notas, curioso, apresurado y bien instruido: recuerda que cuando se portaba mal, su mamá lo hacía leer El Mercurio. Le abría el inmenso diario y le decía: "Léete estas tres noticias y después me las explicas". Entonces él leía con avidez, se enteraba de lo que pasaba en el mundo, sin querer aumentaba su vocabulario y se distanciaba de sus compañeros de barrio y de colegio, que a veces le decían que se creía cuico. "Estudié en colegios de barrio, marginales. Todo lo que sé, lo he aprendido leyendo, no me gusta quedar de ignorante. Pero igual soy chulón, nadie me ha pasado a llevar en ninguna de las poblaciones donde he estado", explica.

Su madre trabajaba como nana, a veces puertas adentro. Ignacio cuenta que un tiempo ella tuvo que dejarlo a él...

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