EL BARRIO DE BERLÍN que no quiere ponerse de moda - 4 de Septiembre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 648201037

EL BARRIO DE BERLÍN que no quiere ponerse de moda

Del otro lado del río es otra cosa. Allá ya no hay grandes cadenas, marcas transnacionales ni restaurantes pomposos con su pulcra y reluciente modernidad. Allá -aquí- solo hay ciclistas andando en manadas por las ciclovías, varias tiendas de ropa de diseñadores independientes o de segunda mano, locales de vinilos, pequeños puestos de comida escondidos en jardines urbanos con muebles gastados y luces de colores que cuelgan desde los techos, edificios del siglo pasado enormes, todos rayados con grafitis o murales en sus primeros pisos -rayados simples, más elaborados, divertidos, con discurso social, stickers y mucho flúor-, galerías de arte pequeñas, de barrio, restaurantes casi todos con sillas, mecedoras y sillones usados, que no encajan el uno con el otro; cocina vietnamita, asiática, mexicana, española, italiana, iraquí, india, varios cafés donde la gente conversa animadamente, sentados en las veredas; locales de productos orgánicos, árboles frondosos y altos que se juntan en el cielo con sus hojas verdes (como si fuera la Avenida Pedro de Valdivia). Todo esto pasa en torno a una población diversa: inmigrantes turcos, gringos, indios, africanos ahora, y jóvenes, muchos jóvenes berlineses que han decidido hacer de este su lugar. Así es Wrangelkiez, el barrio de Berlín que desde hace unos años se puso de moda entre los jóvenes artistas alemanes -30 por ciento de la población aquí tiene entre 18 y 35 años-, donde la integración multicultural es una de las prioridades -el 40 por ciento de la población del sector es extranjera- y el reciclaje y la reutilización son un estilo de vida.

Con el levantamiento del Muro en 1961, Wrangelkiez quedó convertido en un área más bien marginal de Berlín. Perdieron acceso a Treptower Park y se instalaron allí, poco a poco, inmigrantes turcos. Cuando el Muro cayó en 1989, súbitamente Wrangelkiez volvió a estar en el centro de la ciudad y los precios de los arriendos en el barrio fueron aumentando (hasta un 200 por ciento). Así fue como comenzó su gentrificación, un proceso que los vecinos han procurado que sea a su medida.

Wrangelkiez, que está al este de Kreuzberg, es conocido como el barrio rebelde de la ciudad por haber derrotado al sistema y a las grandes corporaciones. El 2012, sus habitantes se resistieron al proyecto de laboratorio artístico que impulsaba la BMW con Guggenheim Lab, y que pretendía instalarse allí temporalmente: no querían que la llegada de grandes marcas o propuestas comerciales subiera los precios de arriendo, encareciera la vida en el sector y los vecinos tuvieran que irse lentamente hacia otros más baratos. Se...

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